Mujeres que emocionan es un proyecto de relatos donde las emociones son las protagonistas. La idea es que cada mes, mis invitadas trabajen una emoción y la personifiquen y nos regalen relatos para ampliar nuestro vocabulario emocional, para adentrarnos en el mundo de las emociones y para comprender a la vida desde lo que se siente y cómo se siente, así que ponte cómoda y está muy atenta a este proyecto porque este año nos vamos de viaje hacia el mundo emocional.
El asombro me tomó de sorpresa
Cuando Eliana me propuso escribir para este proyecto en su blog me emocionó mucho la idea de poder compartir un pedacito de mis emociones a través de este escrito.
Fueron muchos los días, semanas y meses que dediqué a pensar en qué podría relatar entre líneas, finalmente lo tenía, empecé a escribir, estaba inspirada sobre la emoción que yo misma había elegido, unos días antes de la entrega del relato sentí un impulso de leer el primer correo de invitación que nos había enviado y cual fue mi asombro al darme cuenta que la emoción que yo había elegido era el “asombro” y no la “curiosidad” que era la emoción sobre la cual había estado reflexionando los meses anteriores.
En ese instante entré en pánico, se me aceleró el pulso, empecé a sudar frío y la mente empezó a trabajar a toda máquina. No lo podía creer, cómo había podido confundir estas dos emociones, “son tan distintas” pensé. Estaba bloqueada, mis niveles de sobre exigencia se elevaban y me sentía hasta un tanto apenada conmigo, con Eliana y con las personas que leerían mi relato.
El alma del placer
Tuve la dicha de encontrarme con el mundo de las emociones y ha sido el regalo de la vida, y lo mejor de todo es entender que no hay emociones buenas ni malas, son solo emociones, a las que abrazo porque son parte de lo que soy.
Al ingresar al paraíso de las emociones descubrí que por muchos años viví bajo la sombra de “abandono propio”, vivía en función de quedar bien con quienes me rodean y hacer lo que yo pensaba que era correcto y necesario para los demás.
Trabajo, mucho trabajo y hoy en día sigo trabajando y la razón de esto, aunque ya no significa un esfuerzo, es porque entendí que soy el mejor proyecto de vida que tengo, soy en quien debo poner mi atención y mi energía. Soy mi proyecto eterno a quien puedo dedicar cada emoción sentida.
Cuando me preguntan cómo me defino, suelo decir que soy una persona Optimista, positiva, alegre y con muchas ganas de vivir y aprender cosas nuevas, de conocer a personas que me aporten, que me sumen, que ayuden a crecer personal y profesionalmente.
Personas a las que admiro y que despiertan mi curiosidad, y creatividad como lo hace Eliana. ¡Gracias Eliana por ser una fuente constante de inspiración para mí y para muchas personas que estamos siguiendo todo lo que haces!
También digo que me encanta tener una visión de la vida Optimista, que esa es la mejor manera de ver, sentir y vivir la vida para mí. ¡Qué el Optimismo me ha enseñado a vivir plena y feliz!
Mi nombre es Libertad
Soy anhelada por muchos y alcanzada por pocos.
Estoy en el corazón de toda la humanidad, pero no todos lo saben. No son capaces de verme. Se la pasan buscándome en fiestas en la playa, deportes extremos, orgasmos de fuego y viajes de ilusión, pero sus brújulas están rotas, no se dan cuenta que el único camino para llegar a mi hogar es la introspección.
Estoy segura que tú también me has buscado afuera. Quizás me buscaste en sueños o en realidades inventadas. En trabajos esporádicos que te dejaban “tiempo libre”, en el llanto amargo después de una conversación, en caminatas desesperadas o en el pastel que dejaste en el refrigerador.
Tomaste rutas vacías. Allí no me encontrarás.
Algunos despilfarran un montón de dinero para verme y reconocerme en todo esplendor. Muchos han optado por grandes batallas y han dejado su vida por mí. Han luchado inalcanzablemente por rescatar a su pueblo de las opresiones y disfrutar de mi presencia… puede que haya servido en su momento, pero esas vías han quedado obsoletas.
Mi amiga la culpa
Hace algún tiempo tuve una amiga, se llamaba culpa, ella era la viva imagen de esta emoción, olía a culpa e irradiaba culpa por doquier. Cuando la conocí, era una mujer radiante, hermosa, un alma encantadora, con un cuerpo que cualquier hombre quería presumir, como territorio conquistado.
Tenía 16 cuando, cansada del desamor de su familia disfuncional, se dejó convencer por esa estafa llamada matrimonio, deslumbrada por la experiencia y los encantos de alguien que le doblaba los años, y que la sacó del mercado de las oportunidades, convirtiendo su primavera en un uniforme de empleada doméstica.
El idilio de amor duró un suspiro y la vida de casados era una condena de casa por cárcel, pero con hijos. Se le venció muy rápido el tiempo para soñar y entonces empezó a usar sueños prestados.
Su belleza y simpatía no se fueron después de dos niños, al contrario, se acentuaron más y la convirtieron en un imán de hombres jóvenes que quisieron demostrarle que existía la libertad, el amor sin reglas y las discotecas.
Invoca el poder de la valentía
Durante muchos años de mi vida me pregunté ¿qué era ser valiente?
No sé realmente cómo se depositó en mi interior esta idea, pero desde pequeña sospeché siempre que ser valiente implicaba realizar grandes proezas...
No a modo de ser la heroína de ninguna súper historia, pero sí requería hacer actos prosaicos, enormes y transformadores.
Siento que de niños todos soñamos en grande, queremos cambiar el mundo de alguna manera... Y para hacerlo, sabemos instintivamente que necesitaremos a la valentía como uno de los ingredientes mágicos de la fórmula.
(¿Era esa la sustancia 'X' que el Profesor Utonio utilizó para crear a las chicas súperpoderosas?)
Paréntesis caricaturesco aparte, la vida fue pasando, y el mundo que alguna vez era infinito, se fue empequeñeciendo en las labores cotidianas.
La fobia, acompañante silenciosa
Soy la fobia. Llego a interrumpir la rutina, el ciclo natural de la vida, cuando crees estar en control, tranquila, llego a desestabilizarte, a remover el suelo por el que pisas, soy yo, la fobia y hoy vengo a contarte un poco de mi.
Vivo escondida en lo más profundo de tu ser, pero sólo necesito un pequeño estímulo para salir a flote, tratas de disimularme pero seamos honestas, tú y yo sabemos que no puedes, así que has tenido que aprender a convivir conmigo, quién diría que las cosas que parecen tan rutinarias como conversar con personas, sobre todo las que no comparten tus mismos criterios y te juzgan, te harían transpirar, sentir escalofríos y hasta náuseas, quién podría comprender mejor que tú, que sólo un patrón de agujeros te haga arrugar la cara, tensar los hombros y desviar la mirada porque se te hace insoportable.
La responsabilidad de vivir en valoración
He crecido en las pistas deportivas entrenando y midiendo mis propios ritmos y marcas hasta llegar al podio y dejar colgar una medalla en mi cuello, a eso se le llama valoración.El deporte me hace sentir viva, es un vehículo para alcanzar el triunfo sin inseguridades, poniéndome a prueba, valorándome y admirando lo logrado.
Hoy quiero explicar el valor de las cosas, pero ¿que son las cosas? ¿Y que son los valores?
Esto me remonta al tiempo de los trueques, mucho antes de que existieran las monedas, cada quien le confería un valor a su artículo evaluando hasta qué punto podría cambiarlo por otro.
El homúnculo de la ansiedad
Maura salió tan puntual como siempre a las 8 de la mañana en punto, como era su rutina, tomó su bolso, su monedero, sus llaves y su celular, dijo adiós a su gato y cerró la puerta detrás de sí. Caminando por el pasillo que la llevaba al garaje tropezó con una pequeña caja, se giró para recoger aquello que casi la hace caerse y vio que la caja estaba cerrada con una cuerda de yute y que tenía una tarjeta colgando que rezaba: “El Homúnculo de la Ansiedad – Para Maura”.
Una vez estuvo dentro de su auto, usó la llave de su casa como sierra para cortar la cuerda de yute que mantenía cerrado aquel cubo de cartón; cuando logró abrir, lo primero que encontró fue una hoja de cartulina blanca que tenía una especie de instrucciones o advertencias.
“Querida Maura, está usted en una edad estresante, ha sido muy disciplinada, centrada y correcta durante su vida; pero tememos que ha desarrollado ciertas actitudes que han llegado a la parte inconsciente de su cerebro, han sido tan recurrentes que su cerebro nos envió un encargo: Desarrollar Ansiedad.
Me ven de lejos, no soy de las reconocen a la primera, soy más bien a la que evaden con más frecuencia, ¿por qué? porque no se atreven a conocerme, y si lo hicieran, la vida fluiría a través de cada ser.
Por alguna razón creen que la vida es una lucha, que hay que batallar con ella, que es difícil, que para conseguir algo el camino es cuesta arriba, que hace falta sacrificio, que tarde o temprano tendrás tu recompensa, y cuando no llega en el tiempo que esperas, lo primero que salta a tu cabeza es que no lo mereces, que no has hecho suficiente… ah! si supieras que en mí está la respuesta, yo soy el atajo por donde la vida fluye, yo soy la aceptación.
Vengo de la dicha de la pausa, subestimada en este mundo donde lo inmediato es más valorado, vengo de la hoguera lenta donde vacías agua y azúcar para hacer miel, esa pausa, es la que te permite observar los eventos y situaciones de tu vida, si no hay pausa, no me vas a encontrar, si corres en busca de una solución inmediata a lo que te agobia, no voy a estar ahí.
La pasión como emoción rectora de mi vida
“Es que se te ve la energía con la que haces las cosas”, “Es que te entusiasmas tanto que te desborda la emoción”.
De muchas cosas que he escuchado, estas dos frases para mi definen la PASIÓN: ENERGÍA Y ENTUSIASMO por lo que haces, por alguien o por algún ideal.
Energía que te hace fluir a pasos agigantados y entusiasmo es porque “lleva un Dios dentro” (en+theos en griego).
Así que dar pasos con ese Dios interior que llevamos dentro es lo que para mí defino como pasión.
Cuando me tocó escoger una de las emociones para escribir no dudé en escogerla porque me ha acompañado durante toda mi vida.
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