Ahí estás otra vez hoy mi querido Pánico, hoy siento tu sensación, me viniste a acompañar esta mañana.
He estado
estudiando, analizando, leyendo sobre ti, mi estimado Pánico, incluso sigo a personas que hablan sobre ti, pero aún no
logro descifrarte.
En ocasiones he pensado que eres un don, un regalo
espiritual que me fue entregado, pero empiezo a dudar porque no creo
que un don nos pueda hacer sufrir, nos haga sentir tan débil y tan vulnerable.
Pero quizás es tu forma de ser, y quién soy yo para juzgar este don.
Cuando
llegas Pánico, siento que mi vida
está a punto de irse, dejo de respirar, mi corazón empieza a latir a mil por
hora, empiezo a sudar frío y a temblar. En una ocasión hablé de ti con mi mamá,
ella me dijo que también sufrió un poco de Pánico
en algún momento de su vida. Me decía que sentía que el corazón se le iba a
salir del pecho, que iba más rápido que lo que su cuerpo podía caminar. Creo
que muchos sufren por ti, pero muy pocas personas quieren expresarlo en voz
alta.
Decir que tienes Pánico, al parecer, te hace ver como una
persona débil. Incluso, cuando lo empecé a sentir, y hablé con mi esposo,
él parecía no entenderme. Mis hijos tampoco me entendían al principio.
Pero llegas y, aunque muchos no te quieren cerca mi querido Pánico, porque eres un invitado indeseado e inesperado, he entendido que cuando decides venir, no hay forma de escapar y evitar tu llegada. Así que lo único que me queda es enfrentarme a ti. ¿Cómo lo hago?
Busco entender lo que me quieres decir, y por
ello me siento a conversar contigo. Así me has enseñado que muchas veces
necesito ese momento de soledad contigo y conmigo misma, para que me hables y
me digas porqué estás aquí, qué me quieres enseñar, qué quieres compartir
conmigo. Porque no creo que cuando llegas, lo hagas sin un propósito.
El
tiempo que dedico a escucharte, siempre ha sido un tiempo para explorarme
también. He tenido que viajar contigo hacia mis años más jóvenes, he tenido
que recordar la época en la que no existía en mi vida esa sensación de Pánico.
E incluso recordé que antes que existieras, habitaba en mí otro tipo de
sentimiento: el miedo.
Pero era un miedo mucho más suave. No era algo que me afectaba de manera tan fuerte como el día en que empezaste a llegar. Y tengo que decir que me has hecho sentir muy vulnerable. ¿Recuerdas cuando en una estación del metro me hiciste sentir que no veía nada?
El Pánico
que tenía, hizo que pidiera auxilio a
las personas en el Metro. Mi vista se nubló completamente, y mi cuerpo
temblaba. Y como siempre, la parte más fuerte de todo se la llevaba el pobre
estómago.
Si
hay algo que he aprendido a conocer sobre mi cuerpo, es que cada vez que sentía
algo de temor, mi pobre estómago se llevaba la peor parte. Eso me pasaba
incluso cuando iba a exponer en el colegio o la Universidad.
Alguna relación existe entre el miedo y el estómago. Y
cuando aparece el Pánico, por supuesto, mi estómago empieza a sentir sus
estragos.
Pero
desde ese momento hasta ahora, hemos crecido juntos, ¿no lo crees Pánico? Llegas y empiezo a trabajar
contigo. No importa qué esté haciendo, simplemente, pienso en mi respiración,
en el milagro que ocurre cada vez que siento entrar aire a mi cuerpo. Es lo
primero que hago cada vez que te siento: Respirar. Respiro profundo, una, dos,
tres veces…
Cuando me empiezo a sentir calmada, siento mi corazón: como sigue latiendo, como sigue llevando vida a través de todo el torrente sanguíneo que viaja a través de cada centímetro de mi ser. Una vez que tengo esa tranquilidad, empiezo a hablar contigo: ¿Qué pasó? ¿Que pasará? Por lo general, vienes a advertirme sobre algo. Y nunca fallas.
Algo pasa en los siguientes días. Y como ya he entendido
eso, empiezo a orar: Dios, solo te pido
que nos des fortalezas para sobrellevar cualquier situación que se nos pueda
presentar a mí, a mi familia, a mis seres queridos. No puedo evitar lo que
pueda venir, pero si puedo controlar como me puedo sentir ante ello. Así que te
pido coraje, sabiduría y fortaleza para ese momento.
Y así he trabajado contigo mi querido Pánico, porque
reconozco que estás aquí, que has venido a enseñarme algo, y para
estar tranquila, regresar a mi paz interior, tengo que hacer esos tres pasos:
respirar, sentir mi corazón y orar. En ese momento, decides irte, porque ya
hiciste tu trabajo conmigo, cumpliste tu labor. Ya eres considerado un amigo, quizás
tus visitas no sean tan deseadas, pero me ayudas a pensar en muchas cosas de mi
vida.
Eres como ese amigo que te habla duro en los momentos más
difíciles,
pero que te ayuda a dar un paso importante de mi vida. Y aunque la sensación
que tengo cuando vienes no es agradable, crezco con cada una de tus visitas. Y
eso me ha ayudado a confiar en tu presencia.
No ha sido nada fácil convivir con el Pánico a mi lado, son
más de 11 años conviviendo contigo, pero me has hecho más fuerte al
enfrentarme a mi debilidad, más sensible al enfrentarme a mi vulnerabilidad y
me has ayudado a entender la vida de otra forma. Eso es algo que quiero
agradecerte.
Dios
jamás me ha dado algo con lo que no puedo lidiar. Y si llegaste a mi fue para
aprender. Comparto contigo mi camino de vida, y en los momentos que vienes,
solo tengo que recordar la razón más importante de tu visita: ¿Qué quieres que
aprenda hoy?¿Qué necesitas que haga hoy?¿A qué me debo enfrentar?¿En qué me
quieres ayudar? Y así me permito abrir mi mente y mi espíritu para escucharte y
prepararme para lo que viene.
Así
sigo viviendo, entendiendo al Pánico como un amigo y simplemente doy gracias
por hacerte presente en mi vida, porque sé que cada momento a tu lado, soy una
persona más fuerte y más decidida a seguir con mi vida.
Ysabel Figueira es la invitada número 43 de mi podcast El club de las mujeres imperfectas y con ella hablé sobre la sombra de las creencias limitantes de la religión.
Conocí a Ysa a principios de 2020 y desde entonces no nos hemos separado, claro que nunca nos hemos visto en persona, pero yo siento como si ya he estado con ella en algún lugar de esta existencia.
Ysabel es Licenciada en Administración de Empresas, además es Abogado y Especialista en Derecho Financiero, ella es conocida como Lady Tributos en sus redes sociales porque te ayuda a transformar tu vida con educación tributaria.
Descubrió la escritora que lleva dentro el año pasado haciendo casi todos mis talleres de escritura creativa, desde entonces no ha dejado de escribir.
Ahora nos trae un relato potente donde el Pánico es el protagonista en su vida.
Me gusta empoderar a nuevas escritoras y sin duda Ysabel es una de ellas, si quieres seguirla pues ve ya mismo a su Instagram y hazte su amiga porque es una mujer encantadora y muy especial.
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