Para esta carta me gustaría empezar con una palabra que la
define de manera personal: serendipia, significa un descubrimiento o un hallazgo afortunado,
valioso e inesperado que se produce de manera accidental, casual o por destino,
o cuando se está buscando una cosa distinta.
Comenzó por un viaje sin más, en una adolescencia llena de
emociones vertiginosas que van desde el catastrofismo y la tragedia hasta
llegar a pensar que te puedes comer el mundo.
Buscaba sencillamente pasar unos días de vacaciones en un
sitio que de entrada no me apetecía nada.
Y ahí justo encontré lo inesperado, algo valioso o quizás fui
al encuentro con mi destino, quien sabe.
Allí estaba en esta ciudad algo que no fui buscando, que
apareció de manera sutil, en una conversación de las que tanto me gustan, en un
guiño, en montones de risas y carcajadas que aún hoy pasados casi treinta años
se mantienen a mi lado.
Allí encontré el amor, el AMOR con mayúsculas que fue
acompañado de espacios mágicos físicos y por supuesto también emocionales. Despacito y a la vez vertiginoso.
Un amor que había dejado de buscar, con la desesperanza de que ya no
aparecería.
Pero fue entonces, cuando comencé a mimarme, buscando en la
otra persona lo que yo me estaba empezando a dar.
Cuando busqué el respeto, la conversación amorosa y tierna compartiendo
tantas intimidades.
Cuando comencé a ser yo para mí y por lo tanto para el otro.
Ahí estabas tú, lleno de mariposas a tu alrededor, lleno de
toboganes que subían y bajaban.
Venías cargado de risas, de una comodidad y una calidez que
me hacían sentirme como en casa, con tanta seguridad que a veces me asustaba.
Han pasado muchos años desde que estás conmigo y no solo
hablo del amor de pareja, que también.
Gracias por ser y por existir, por acompañarme desde que nací, por mostrarme que no hay nada afuera.
Que el amor más grande comienza dentro y desde ahí se
expande. Por mostrármelo y hacérmelo presente.
Nací en una ciudad grande, en una capital, me gusta la gente
y el bullicio pero en ti Pontevedra encontré una conexión interior tremenda.
No hablo de sus edificios, no hablo de su historia, no hablo
de sus gentes.
Claro que no hablo de la ciudad como tal, hablo de su “parte
rural”, y para mí, la parte más hermosa.
Hablo de su corazón, de sus bosques, de sus regatos, hablo de su puesta de
sol, hablo de ese olor, de esos paisajes mágicos, hablo de ese lugar preferido
donde miran mis ojos cuando necesito conectar conmigo misma, cuando necesito
parar y también curiosamente cuando necesito volar.
¿Qué tiene que ver con mi
crecimiento personal?
Utilizaré una metáfora que tanto me gusta, es mi ancla que me
sujeta y me conecta a la tierra cuando siento que me despego de mi esencia.
Me confronta y me pregunta: ¿Cómo te estás sintiendo en este
momento?
Me invita a parar para mirar, mirar para mirarme.
Es cuando me permito ver y sentir “mi corazón y mis bosques
con sus regalos”.
Es para mí una ciudad cercana a pesar de estar a muchos
kilómetros de donde vivo.
Y cuando me miro, también me conecto con mi parte urbanista, nació
en una ciudad grande, en una capital y me gusta su gente, pasear por sus calles
y disfrutar también de todos los sitios que tiene para ofrecerme.
Desde una posición de observadora me doy cuenta de que ambas
ciudades me forman, me suman y me dan el equilibrio que necesito en mi vida.
Ellas me dan la conexión conmigo misma, con lo que pienso y
siento pero por otro lado la ciudad donde vivo y donde nací me conecta con los
demás, con mi entorno y con la comunidad.
No solo soy individuo, no solo soy identidad única, además
soy un todo que me conecta, soy parte de una identidad más universal y más
grande.
Y aquí resuenan mis valores que me definen que son parte de
mi esencia:
1- Colaboración: que
significa para mi apoyos, relaciones, conexión donde sumar entre todos y todas,
donde nutrirme y nutrir aportando lo que tengo y lo que soy, con la
contribución que es para mí también un valor.
2- Determinación: que
te lleva a la creatividad (otro de mis valores), a mantener el foco a no
rendirte y no resignarte.
3- La Alegría: creo que
todo se puede hacer mejor si le ponemos una sonrisa y nos echamos unas risas.
Gracias Pontevedra por
lo que me has aportado y me aportas, por permitirme refugiarme en tus bosques,
por hacerme sentir como en casa, por conectarme al viento que soplas en tus
arboles.
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Conocí a Virginia a
través de su web Re-Descubiendo-Te,
durante este año hemos trabajado juntas en varias oportunidades, estuve en su
blog con un gran post donde hablé sobre El valor
del liderazgo personal, luego ella estuvo en mi podcast y juntas
conversamos sobre La
crítica personal.
Ahora ella se encuentra
nuevamente en mi blog con esta hermosa carta a una ciudad que le hizo coincidir
con el amor de su vida y a la cual regresa cada año a pasar los días de verano.
Una carta que devela
sentimientos profundos, donde la contemplación está muy presente y donde los
recuerdos están muy vigentes.
Virginia nos trae fotos
frescas, ya que durante el verano estuvo de nuevo en Pontevedra e hizo estas
fotos para colocarlas en este post.
Una vez mas es un privilegio escribir como invitada en el blog de Eliana
ResponderEliminarUn abrazo
Virginia
Siempre eres bienvenida a mi blog, para mi es un gusto tenerte como coautora y compañera de letras.
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