Solo una vela alumbraba la habitación, me asomé por la ventana, la luna
llena brillaba en el cielo junto a miles de estrellas, definitivamente era una
noche despejaba y salvo algún coche ocasional, apenas había tráfico, noté el
frescor en la cara, mientras pensaba que por fin tenía un momento para mí misma
en pensar cómo estaba transcurriendo mi vida, y de momento no pintaba nada
bien, al menos desde mi punto de vista.
No se divisaba a nadie por la
calle, demasiado silencio. A veces me pregunto
si no me conformaba con lo que tenía, un trabajo monótono, con apenas
tiempo para vivir, y eso las veces que tenía trabajo, todavía seguía viviendo
con mis padres y alternaba mi vida con algún evento esporádico.
Tiempo atrás recuerdo proyectos
que abandoné en algún cajón. Toda mi
vida no era mala pero en el fondo sabía que podía hacerlo mejor. Hace unos
años descubrí que me gustaba escribir, al principio escribía con cierta
regularidad, aunque al tiempo, comencé a aparcarlo, por falta de tiempo, o eso
decía yo, siempre tenía algo mejor que hacer.
Las horas pasan, los días, los
meses y tengo la sensación que todo se repite, sin motivación, acepto lo que
tengo, con resignación. Han sido muchos años donde mi
vida la dirigían otros, porque realmente no sabía lo que quería.
Suspiré mirando al cielo, ojalá
el cielo que miraba me enviara una señal sobre el camino que debería escoger, en estos momentos me sentía atrapada en una
monotonía de la cual no encontraba la manera de salir, cierto que había
momentos que mejoraba, pero en mi opinión no era suficiente, sentía que no
tenía apoyo en nada de lo que pretendía hacer.
Quizá es una sensación y es normal de vez en cuando sentirse inconforme
con lo que te ha tocado en la vida o tener pensamientos negativos sobre lo
que hacemos y la vida no es tan mala como pensamos que es.
En el fondo sé que la vida es un
regalo, que hay que aprovechar cada pequeño instante, en el mundo podemos
disfrutar de cosas maravillosas, aunque no todas son complementarias a nuestra
forma de ser.
Quizá lo mejor de ser personas es
que tenemos la opción de poder elegir el camino a elegir y llegará un punto en
que debemos hacer un parón y si hace falta cambiar el rumbo. Qué fácil es
decirlo, que difícil es ponerle remedio o aplicármelo a mí misma.
La boca se me reseca, mis
pensamientos no van encaminados a mejorar mi destino, me levanto hacía el
mueble bar, pongo en un vaso dos hielos con un poco de whisky, de nada sirve
pensar si no pongo algún remedio, me vino a la cabeza mi último ligue o quizá
el mismo de hace años pero sigue sin evolucionar esa relación, a veces tengo la
sensación que me he acomodado a esa relación, sin valorar si realmente me
conviene, me convenzo de que solo quiero tener un lio de vez en cuando, aunque
sea con la misma persona, con la esperanza de que esa situación cambie, aunque
realmente a pesar de las veces que nos hemos visto a lo largo de los años,
apenas nos conocemos.
Me pregunto si es realmente la
relación que quiero tener o me he conformado con lo que tengo sin explorar
otras posibilidades.
A veces anhelo otras cosas y
después cambio de opinión, es una vorágine de sentimientos contradictorios que
aún me estresan más.
Después de estos pensamientos que
lo único que me producen es un estado de ansiedad, aparece un pequeño rayo de
luz, disipando un poco esa oscuridad como la noche que me atraviesa todo el
cuerpo, es la hora de aprender a
quererme más, a no conformarme si no me gusta la vida que tengo.
Es el momento de reiniciar un
antiguo proyecto que desestimé en algún
momento, pero que al cual todavía le tengo ganas, eso sí, alternándolo con la
escritura, algo que inicié hace tiempo y no concluí por falta de ganas.
De repente pienso que estos nuevos
pensamientos están cambiándome el chip y me hacen sentir bien. No quiero ser una mujer conformista, he
decidido levantarme con ganas de luchar por otra vida, una en la que me sienta
bien conmigo misma, con proyectos en los que me sienta realizada y a la vez
sentir que mi vida no es en balde.
En un último pensamiento, quizá un poco de inconformidad no es mala,
siempre que sea en su justa medida y sobretodo pasajero, lo que hace que las
mujeres nos sintamos inconformistas es la sociedad, muchas veces anhelamos lo
que otras tienen porque nos parece mejor, pero no pensamos que quizá no sea
nuestro camino, que si lo tenemos, algo nos hará volver a ser inconformes
porque realmente no era lo que queríamos.
Doy el último trago, mientras
miró el cielo, cuando de repente una estrella fugaz atraviesa el cielo, esa es
mi señal, de que al fin tengo que hacer un
cambio en mi vida, así es como una noche, aprendí a quererme de nuevo.
La vida vuelve a brillar de
nuevo, el sol vuelve a salir, mi vida es mía, me pertenece, llegó el momento de
no permitir que terceras personas se sientan con derecho a decidir lo que
quiero ser, hacer.
La noche dio paso al amanecer,
cogí un papel, un bolígrafo y anoté los cambios que quería hacer, sabía que no
sería fácil y menos sin tener apoyo, la opción a esa realidad es no rendirme
ante la adversidad.
Bostecé, sin darme cuenta, pasé
la noche sin dormir, pero por primera vez me acosté con una sonrisa en los
labios, un nuevo amanecer era posible si te lo proponías, mi vida estaba a
punto de cambiar, lo sabía, aunque no tenía la certeza, notaba en el ambiente
otra luz, casi imperceptible, pero con sueños todavía por descubrir, sabía que
habría piedras en el camino pero me sentía por primera vez con ganas de
enfrentarlas y quererme, sobretodo, quererme.
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Sandra es freelance, escritora en
proceso, educadora infantil y administrativa, tiene un súper blog que se llama Web Munduky
donde encuentras cultura, literatura, música, series, pensamientos y muchas
entrevistas interesantes. Mi escritora invitada es valenciana y ella promueve también
la cultura valenciana desde su blog y nos muestra una mezcla de lugares,
personas y contextos que te van a encantar.
Ella nos regala a una mujer inconforme pero desde una
inconformidad que no es rechazable ni reprochable, una mujer que se sienta a
analizar su vida, tal como lo hemos hecho todas, y empieza a hacer un balance
desde los sueños rotos hasta los sueños por cumplir.
Una mujer que se dejó de lado
cientos de veces por postergar, interrumpir sus anhelos y conformarse con una vida
relativamente cómoda pero alejada de sus ilusiones.
No está mal ser inconforme, lo único malo es quedarse a vivir en la
inconformidad como pretexto para no avanzar en nuestras vidas, así que
hacer estos balances nos favorecen mucho porque nos otorgan espacios de
introspección y de rutas hacia el amor propio que todas deberíamos estar
tomando justo en este momento.
Percibo a Sandra como una mujer
de muy buena energía, se ve que le gusta leer y eso queda muy bien reflejado en
su web, le encanta la música y siempre trae cantantes y grupos musicales a su
espacio virtual que no te puedes perder, me gusta tenerla entre mis invitadas
porque le da un toque fresco a los relatos y su forma de ver a la mujer inconforme me gusta.
Hay distancias tan largas que solo se acortan bajándote del autobus del orgullo.— Eliana Vasquez (@eliana_77ve) 22 de mayo de 2018
Un placer escribir para este proyecto que me encantó desde el principio. Hay que empezar a valorarnos más. Gracias por tus buenas palabras.
ResponderEliminarGracias a ti por aceptar mi invitación Sandra y ponerle tan buena vibra a tu relato y a la forma como has venido participando en este proyecto donde has estado activa todo el tiempo compartiendo cada relato de las otras invitadas y siendo tan participativa en todo momento, no sabes cuánto lo valoro y me encanta tenerte por aquí y contar con tu apoyo y presencia.
EliminarCoincido en que es así como se hace: retomando los proyectos inconclusos y verificando qué dan de sí y cuánto. De otro modo es posible quedarse colgada de una quimera, de lo que pudo ser y no fue, y dando carta de residencia a la insatisfacción. Hay que tomar papel y lápiz, ser muy honesta, adoptar un compromiso. Es curioso que tantas veces hayamos oído que debemos honrar la palabra que damos a los demás, pero nunca nos hayan dicho que antes debemos honrar la que nos damos a nosotras mismas.
ResponderEliminar¡Cuánta energía hay en estas dos mujeres! Es porque ambas se subieron al cielo y se bajaron ellas mismas las estrellas. Ahora cuidan que ese brillo no decaiga. ¡Bien por ellas!
Abrazos desde este rinconcito de la galaxia.
Qué bueno mi querida Marian, que habiendo tanta galaxia, nosotras hayamos coincidido en este mundo de palabras, y que gran dicha la de tropezar con tus comentarios y con esas hermosas reflexiones que nos regalas, y cuánta energía la que se ha desarrollado con este proyecto de mujeres que aprendieron a querer, cuántas mujeres existen y cuántas de ellas hay en nuestro interior. Un abrazo.
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