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Entrevista Julio: Núria Gallego



Cuando no nos estamos amando de lo primero que nos olvidamos es de nuestro propio cuerpo, nos hundimos en el exceso, ya sea por darle cosas que no necesita para lograr la aprobación externa, o lo abandonamos una vez que nos sumergimos en la ansiedad o las adicciones. Y aunque sea el motor que nos conduce a todos los escenarios de nuestra vida, muchas veces nos olvidamos de que esta allí palpitando y hablándonos con un amoroso lenguaje al que hemos catalogado como síntoma, dolor, incluso hasta sufrimiento.

Una mujer que se ama a sí misma ha aceptado su cuerpo con todas sus imperfecciones y ahora lo respeta y lo toma en cuenta como ese templo sagrado en el cual habita en esta vida y la moviliza y la sostiene hasta de sus propias emociones, ya no tiene miedo de mirarse al espejo ni rechaza la imagen que allí se proyecta, sabe que ese cuerpo es el perfecto para su experiencia de vida aquí y ahora.

Mi invitada de julio tiene una conexión especial con su cuerpo, su nombre es Núria Gallego y es la creadora de la web La escritora de tu vida, un espacio que te marca el camino hacia tu esencia y tus fibras corporales desde el primer momento que lo visitas. Ella no se considera ni terapeuta ni coach, pero es facilitadora de procesos somáticos, danza y movimiento terapéutico, cuyo conocimiento lo lleva a la escritura, y en cada post nos invita a sentir nuestro cuerpo y a asociar cada sentir con emociones reprimidas a través de ejercicios físicos y de conexión con los pensamientos. Gracias a esta grandiosa experiencia, ella nos regala una entrevista maravillosa, llena de honestidad y genuina sutileza.


  1. ¿Cómo una mujer que se ama se hace responsable de su felicidad?

En mi caso, empecé a hacerme responsable de mi felicidad cuando reconocí que las demás personas no eran más que un reflejo de lo que yo pensaba de mí misma o de la vida en general. Hasta ese momento, siempre había culpado a causas externas de las “desgracias” que me ocurrían (pongo desgracias entre comillas porque lo que entonces consideraba una catástrofe, no lo es con mi perspectiva actual).

El cambio se produjo cuando se cruzó en mi camino un libro maravilloso: Amar lo que es, de Byron Katie. A partir de practicar el método que se explica en él, aprehendí algo que había leído muchas veces, pero nunca había integrado: no importa lo que ocurra en el exterior, lo importante es cómo yo lo interpreto.

Ahí fue cuando todo encajó. Ese libro me mostró una creencia positiva que había en mi interior pero que no había sabido aplicar: he venido al mundo para aprender y eso es lo único importante.

Desde entonces, cuando sucede algo que me hace sentir triste, enfadada o con miedo, en lugar de culpar a las causas externas, me fijo en lo que esa situación me está mostrando de mi mundo interior. Tomo consciencia de las creencias erróneas que gobiernan mi vida y aprendo la lección que me toca en el momento.

En definitiva, para mí, hacerte responsable de ti misma desde el amor propio, es fijarte en el aprendizaje que traen las circunstancias que te rodean. Cuando te centras en el aprendizaje, en lugar de señalar los culpables, es más fácil aceptar lo que te ocurre.

  1. ¿Cómo conectas con tu cuerpo desde el amor propio utilizando la terapia del movimiento?

Para mí, detenerme a escuchar el cuerpo es un acto de amor propio en sí mismo, porque cuando lo hago, en realidad, estoy tomando consciencia de mis emociones y sensaciones frente a una situación. Y, con ese “tomar consciencia” puedo dirigir mi vida según mis propios deseos.

En ese sentido, el cuerpo es un vehículo para llegar a la profundidad de mi ser. Y la Terapia de Movimiento es la herramienta que me permite poner en marcha el vehículo. Voy a explicarlo con un ejemplo, ya que creo que resultará más claro.

A veces, tengo ciática y me cuesta caminar. Entonces, me retiro a mi habitación y dejo que mi cuerpo se exprese con libertad o hago algún ejercicio concreto de Terapia de Movimiento como este.

Al conectarme con el dolor físico, puedo sentir con plenitud la emoción que hay detrás de esa tensión que, en el caso concreto de la ciática, para mí, es el miedo. Durante el ejercicio, sólo me centro en vivir el sentimiento; es decir, lloro, grito, me encojo, camino cojeando o lo que sea que salga de mi cuerpo en el momento.

Cuando me siento satisfecha, reflexiono a través de la escritura acerca del mensaje que esa emoción, sensación o postura corporal me está indicando. Por ejemplo, si he sentido miedo, me pregunto qué es lo que me da miedo, por qué y qué puedo hacer para mejorar mi estado anímico.

A partir de ahí, empieza el proceso de aprendizaje y aceptación de los retos que aparecen en mi vida.

  1. ¿Cómo conjugas el verbo aceptar en tu vida?

Tal como he comentado antes, puedo aceptar plenamente todo lo que me pasa cuando me centro en lo que puedo aprender. Es decir, cuando me fijo en lo que una circunstancia externa refleja de mí misma.

No obstante, tengo que reconocer que no siempre es fácil. De hecho, estoy un poco en contra del discurso generalizado de “acepta todo lo que te ocurre”. Porque, muchas veces, ese discurso nos confunde y nos obliga a reprimir los sentimientos.

Por ejemplo, más de una clienta, me ha dicho que “no debería enfadarse, sino que debería aceptar la situación.” Cuando intentamos hacer esto, estamos negándonos a nosotras mismas y nos perdemos el aprendizaje que podemos extraer.

Sin embargo, cuando nos permitimos vivir la emoción en un entorno seguro (en terapia o en nuestro espacio de soledad), podemos escuchar el mensaje que nos trae y, entonces, la aceptación viene de forma natural, deja de ser una imposición externa que nos crea tensión.

  1. ¿Cómo te desconectas y disfrutas de tu propia compañía?

Para mí, es muy importante tener tiempo en soledad. Es una necesidad básica para sentirme equilibrada emocionalmente. Soy híper sensible; así que las emociones, los ruidos, las aglomeraciones de gente y otros estímulos fuertes me agobian mucho. Por este motivo, necesito tener un espacio donde pueda “limpiarme” de todo.

De hecho, cuando por alguna circunstancia me resulta más difícil encontrar esos instantes (porque estoy de vacaciones con unos amigos, por ejemplo), me siento mal. Mi cabeza empieza a dar vueltas y tengo pensamientos negativos, de las otras personas o de mí misma.

En mis espacios de soledad, me limpio, me libero de toda esa carga; encuentro mi centro físico, emocional, mental y espiritual.

En esos momentos, me dejo llevar bastante por lo que me apetece: escribir, leer, dar un paseo por el bosque, mirar una película, hacer ejercicios corporales, meditar o, sencillamente, reflexionar mientras observo las musarañas. Muy de vez en cuando, también disfruto ordenando un armario o algún cajón.

  1. ¿Cuáles fueron tus excusas para no amarte en el pasado?

En el pasado, no me amaba porque me sentía una víctima. No era una excusa consciente que yo dijera, pero sí había la creencia en mí de “mira qué pobrecita soy, todas las desgracias que he vivido.”

Tras haber trabajado este tema en terapia, ahora sé que ese sentimiento de víctima es algo que he heredado de mi linaje femenino y se intensificó por las circunstancias que me tocó vivir durante la infancia.

No obstante, repito lo de antes: no importa lo que ocurra en el exterior, lo importante es cómo yo lo interpreto. Cuando aprehendí eso, empecé a amarme a mí misma de verdad.

  1. ¿Qué significa para ti tomar un camino espiritual?

Antes, cuando empezaba mi viaje de autoconocimiento, hacía rituales que leía en libros, plantaba mi sangre menstrual, encendía velas para rezar y cosas similares.

Hoy en día ya no necesito eso.  Para mí, la espiritualidad pasa por conectarme conmigo misma, con mi creatividad y mi sensualidad. Siento que esas tres cosas están entrelazadas dentro de mí, por lo que no necesito hacer rituales que vengan de fuera para sentirme espiritual. Sólo necesito seguir lo que me pide mi centro creativo.

En ese sentido, siento que estoy conectada con mi diosa interna cuando escribo un texto, hago el amor con mi pareja, bailo o medito.

Encender velas, inciensos y rezarle a la luna está bien, pero son accesorios. Para mí, lo importante de la espiritualidad es conectar con la propia divinidad que hay dentro de cada una y uno.

  1. ¿Qué opinas sobre aprender a desaprender lo que tus padres te dijeron o te hicieron creer?

Creo que llega un momento en la vida que todos debemos revisar lo que nuestros padres nos dijeron o nos hicieron creer. La etapa natural para hacerlo es durante la adolescencia, aunque no todos lo hacemos en ese momento.

No obstante, en este paso, hay que tener algo en cuenta. Y es que, cuando nos centramos en desaprender ciertas creencias instaladas en nosotras, es muy fácil culpabilizar a los padres o figuras de autoridad de tus problemas.

Por ejemplo, una de las cosas que más me ha marcado fue la figura paterna en mi infancia. Mi padre murió cuando yo tenía un año y, más tarde, mi madre se casó con un hombre que no me daba el tipo de amor que yo buscaba siendo una niña.

Durante muchos años, culpé a mi padrastro de mi baja autoestima y de las penurias que me ocurrían a raíz de la poca valoración que me daba. Esa era mi forma de hacerme la víctima y, por lo tanto, no me estaba responsabilizando del asunto.

Para poder superar eso, es fundamental darse cuenta de que, en realidad, tus padres o educadores lo hicieron tan bien como supieron. Te dieron lo que ellos podían, sabían y querían dar.

En mi caso, yo no podía exigirle a mi padrastro que no mermara mi autoestima cuando él no se valoraba a sí mismo. No podía dármelo porque no lo tenía.

A partir de ahí, lo importante es decirse: “de acuerdo, esto es lo que me dieron y me afectó así. Ahora voy a tomar medidas para buscar soluciones.”

  1. ¿Existe la soledad o es solo un estado de la mente?

En mi opinión, lo que realmente existe es la experiencia de cada persona. En ese sentido, hay muchas realidades posibles, tantas como personas hay en el mundo. Por ejemplo, tu realidad no es la misma que la mía, porque hemos nacido en familias diferentes, hemos crecido en ambientes distintos, etc.

En ese sentido, creo que cada persona debe valorar si en su experiencia existe la soledad o no. Porque estar sola no es lo mismo que estar en soledad; puedes estar en tu habitación sin gente a tu alrededor y estar pensando en lo mal que te llevas con tu jefe. En ese caso, no estás sola, estás con tu jefe.

Si tus espacios de soledad se construyen a partir de seguir con el piloto automático del día a día, es posible que no encuentres la soledad en tu realidad. Sin embargo, cuando eres capaz de conectarte contigo misma, con tu sabiduría interior, ya sea a solas o en compañía, entonces estás en tu soledad.

  1. ¿Cómo has trabajado en tu vida las opiniones de otros acerca de ti?

Este es un punto que me ha afectado bastante, ya que uno de los temores que tengo en mayor medida es el miedo al rechazo. Por este motivo, incluso hoy en día, la opinión de una figura de autoridad es muy importante para mí.

Para trabajar en ese sentido, lo que hago es, en primer lugar, reconocer que estoy tomando demasiado en cuenta la opinión de esa persona. Y, en segundo lugar, me pregunto qué es lo que opino realmente del asunto.

Si veo que tengo problemas con encontrar mi opinión, conecto con mi cuerpo a través de la Terapia de Movimiento y la escritura. De esta forma, me aseguro de que estoy en sintonía con mi verdad interna.

Cuando la tengo reconocida y sé lo que quiero, actúo como yo considero necesario.

  1. ¿Por qué alejarse de algunos lugares o personas puede significar amor propio?

Es curioso que me preguntes esto, porque hay un episodio en mi vida en el que yo quería irme, pero me quedé.

Hace un par de años, mi pareja y yo atravesamos una crisis muy fuerte. Durante un año, tuvimos discusiones destructoras casi cada semana, y nos hicimos mucho daño el uno al otro. Nos dijimos cosas muy feas que no se deben decir a las personas que amas.

Cuando estábamos metidos en la discusión, mi reacción automática era esfumarme. No quería estar ahí. A veces me iba de la habitación, me quedaba callada (otra forma de irme) y unas pocas me marché de casa.

Sin embargo, al cabo de un rato, acababa volviendo.

Siempre he pensado que, si hubiera tenido la capacidad de irme definitivamente (como hice al final, porque me fui durante 2 semanas de casa), nos hubiéramos hecho menos daño. En ese sentido, estaba actuando en contra de mi amor propio y el bienestar de la pareja.

En mi caso concreto, creo que siempre volvía porque tenía la confianza de que, al fin y al cabo, acabaríamos superando aquella etapa, ya que ambos le ponemos mucha consciencia a la vida y trabajamos en la gestión de nuestras emociones.

Al final, el tiempo me ha dado la razón y esa etapa se convirtió en una gran maestra para la pareja.

  1. ¿Cómo tu amor contigo hace posible el amor con los que te rodean?

Cuando no te amas a ti misma, exiges a los demás que te den aquello que deberías darte tú. Te conviertes en una demandante de amor constante. Y eso cansa.

Es decir, si no tienes la autoestima alta, vas buscando constantemente que los demás te la suban. Pero los demás no tienen la obligación de subírtela porque, como he comentado, cada una tiene que ser responsable de su propia vida.

Sin embargo, cuando te quieres a ti misma, puedes acercarte a una persona y mantener una relación saludable. Porque entonces ya no buscas colmarte de tus necesidades emocionales ni te agarras con todas tus fuerzas de la otra persona. Al contrario, cuando no dependes de esas atenciones, puedes establecer relaciones genuinas entre iguales.

  1. ¿Cuáles son los rituales que te conectan con tu amor propio?

A nivel general, me conecto con el amor que siento por mí misma a través de la Terapia de Movimiento y la Escritura principalmente. Con estas dos herramientas, puedo reconocer cuáles son mis deseos en todo momento. Y, cuando los conozco, sólo tengo que tratar de ser fiel a ellos. Eso es lo más importante.

Y, en concreto, hay un ejercicio que me gusta mucho porque me conecta con mi amor propio: bailar desnuda delante del espejo. Si no lo has hecho, te recomiendo que lo pruebes. No obstante, si te atreves con ello, es importante que mantengas una actitud abierta libre de críticas. Es decir, no te pongas a bailar pensando en tu celulitis o tus tetas caídas.

Fíjate en lo que te gusta: en el contoneo de las caderas, en los movimientos de los brazos, en tu sonrisa o en lo que te haga sentir preciosa. Mírate igual que te miraría un amante o una pareja. Si te cuesta mucho encontrar algo positivo, puedes preguntar a otras personas qué les gusta de ti. Y, cuando bailes frente al espejo, fijarte en esos detalles.

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Muchas gracias, Eliana, por permitirme este espacio en tu blog. La verdad es que he disfrutado mucho contestando estas preguntas, porque me han permitido poner palabras a ciertos aspectos sobre mí misma que sentía dentro de mí, pero nunca los había expresado de forma ordenada.

Por último, me gustaría decir que, si alguna de tus lectoras desea profundizar en su autoconocimiento a través del cuerpo, las invito a suscribirse a mi blog. Por la suscripción, les regalaré el curso Primeros pasos para escuchar tu cuerpo.

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