Por muchos años he
estado buscando respuestas con relación a mi existencia y a mi forma de sentir
la vida, y muchas
veces me he contrariado y hasta me he percatado frustrada por no encontrarlas,
por no hallar el camino hacia la revelación interna, por no saber llegar hacia
mi bienestar y plenitud personal.
Este escrito surge a raíz de una importante
pregunta que leí en un post de una compañera bloguera que lleva como título ¿Y si lo importante fueran las preguntas correctas? Odina expone en este post lo siguiente: “¿y si en lugar
de buscar y buscar tantas respuestas, cambiáramos el sentido de la búsqueda?:
¿si lo importante no fueran las respuestas? y ¿si lo
importante fueran las preguntas?”.
Con estas líneas me quedé un buen rato reflexionando
y allí me di cuenta que por muchos años lo he estado haciendo erróneamente, he buscado respuestas sin hacerme
preguntas, o por lo menos no las preguntas correctas.
Es por ello que este post es un compendio de preguntas, algunas extraídas de
antiguos posts, otras brotan en este nuevo artículo tal vez llevando inmersas
las respuestas, preguntas que no necesitan ser respondidas de inmediato pero
que facilitan el camino de regreso hacia nuestra casa interna.
Se trata de un cambio
de estrategia, ya
que en vez de quedarnos con un ¿por qué
a mí?, mejor podemos preguntarnos ¿por
qué muchas veces necesito generar incertidumbre?, o ¿por qué no creo que valgo?, o
¿por qué no creo que soy suficiente? Cuando se replantea el
cuestionamiento, las respuestas no llegan de inmediato, pero cuando llegan,
nos llevan a otra vertiente.
Buscar las preguntas puede resultarnos menos
incomodo porque las respuestas no necesariamente deben llevarnos a lo que se
indaga, por ejemplo, en vez de decir
¿cómo lo estaré haciendo?, mejor nos planteamos ¿cómo puedo enfocarme en mi interior sin estar mirando hacia afuera?
Y esto aplica perfectamente cuando la pregunta
involucra a las personas que nos rodean, personas que muchas veces culpamos de
nuestras amarguras, y en estos casos es bueno preguntarse: ¿qué me viene a decir esta persona que está conmigo?, ¿qué hay allí que
yo no veo en mi y que esta persona me lo muestra?
Todos somos mensajeros, recibimos y llevamos
mensajes todo el tiempo, así que de acuerdo a estos mensajes es bueno
cuestionarse ¿qué tipo de personas
atraigo a mi vida?, ¿por qué siempre coincido con el mismo tipo de persona?,
los que están afuera tienen mucho que decirle a lo que llevamos dentro.
También es bueno fijarse en el juego de las
proyecciones y averiguar ¿cuáles son mis
saboteadores internos y cómo se proyectan en el afuera?, o mejor aún, ¿en qué me estoy convirtiendo cuando
escucho a mi saboteador? El saboteador es un maestro que tiene mucho que
decirnos.
Cuando dejas de buscar
respuestas y comienzas a buscar preguntas todo el sentido cambia (tuitea la frase), y cambia porque las respuestas que
antes buscabas te colocaban en el papel de la víctima y ahora las preguntas te
colocan en el bando de los responsables, si puedes llegar hacerte interrogaciones
como ¿en qué momento de la vida me perdí
de mi misma?, o ¿desde cuándo dejé
de construirme y comencé a destruirme?, entonces ya tienes medio camino
ganado.
Recalco que este no es un post para encontrar respuestas, en estas líneas solo
estamos planteando preguntas, si eres capaz de decir: ¿cómo será vivir la vida como una adulta saludable?, o ¿cómo se vive la vida con autoestima?, es
probable que surjan luego preguntas tales como ¿qué será aquello que reprimo?, ¿qué conducta del pasado estoy
repitiendo en el presente?, ¿cuál es mi estructura de pensamiento y desde
cuándo tengo esa forma de pensar?
Lo genial de las
preguntas sin respuestas es que te llevan a más cuestionamientos, como no te sientes en la obligación
de contestar, entonces cada vez florecen más profundas y a la vez sencillas indagaciones
que te pueden llevar a tu centro: ¿quién
soy en este momento?, ¿estoy satisfecha conmigo misma?, ¿qué pasa cuando alguien
me irrita?, ¿qué parte de mi cuerpo lo siente?, ¿qué entiendo del amor?, ¿estoy
amando hasta dejar a los demás en deuda?
Las preguntas
correctas nunca te llevarán al lugar equivocado, y lo bueno es que una pregunta no requiere
tiempo, mientras que una respuesta es más exigente en la espera, si te planteas
algo como: ¿qué hay en esta experiencia
que yo pueda usar para mi beneficio?, por supuesto que la respuesta no
aparece luego de hacerla, la pregunta te hace más consciente y la respuesta
vendrá cuando hayas viajado desde el entendimiento hasta la comprensión.
Puede que este sea un post que quede inconcluso porque estamos acostumbradas a que la respuesta le suceda a la pregunta, pero este no es el caso ni pretendo que así lo sea, ya no busco respuestas, ahora busco preguntas y espero quedarme así por mucho tiempo.
Puede que este sea un post que quede inconcluso porque estamos acostumbradas a que la respuesta le suceda a la pregunta, pero este no es el caso ni pretendo que así lo sea, ya no busco respuestas, ahora busco preguntas y espero quedarme así por mucho tiempo.
Es preciso ir cambiando ese lenguaje interno y enfocarnos en
preguntas tan certeras como ¿si no puedo
hablar desde el corazón, desde qué arista lo hago?, si sabes que la propuesta
lleva consigo rasgos de sinceridad, entonces la respuesta no la conseguirás en ninguna
parte sino dentro del planteamiento del problema, sabiendo que en esta vida no
hay ninguna pregunta que quede huérfana de respuesta, ya que antes de irnos,
toda replica llega.
Todos somos la respuesta de alguna pregunta que todos los días alguien se hace.
— Eliana Vasquez (@eliana_77ve) marzo 13, 2014
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