Un tema inédito, distinto,
auténtico, un tema que te invita a pensar y te ayuda ir hacia adentro, eso es
lo que nos entrega mi invitada de esta semana, una chica estupenda que conocí
por medio de uno de sus blogs y ahora tiene
su exclusivo espacio de soledad. Begoña es una de esas escritoras que tiene
un discurso profundo, casi abstracto, usa palabras intocables por la cotidianidad,
frases alargadas por el sentimiento, y a mí me encanta tenerla aquí porque creo
que es el punto de partida de un argumento que le puede abrir la puerta de
muchos párrafos, pero esa es una decisión que solo le corresponde a ella, así
que por el momento solo puedo dejarte con el inicio de lo que podría ser una grandiosa
historia, quédate un rato con sus palabras.
Agradezco a Eliana su confianza
en mí por darme la oportunidad de expresarme libremente en su blog y abrirme su
linda y acogedora casita cibernética. Una web que
desprende sosiego, paz, amor y que tiene un nombre precioso: “Espacios
de soledad”. Yo también amo mis espacios de soledad.
Para mí es un gusto estar aquí
y he de decir que su proposición me pilló por sorpresa y si te soy sincera me
costó un tiempo saber sobre qué escribir. ¿Qué podría aportar yo a los lectores
de este blog que tuviera interés para ellos? Espero que el tema elegido os
guste y os sea de utilidad.
Voy a
hablarte escribir sobre la autorreferencia.
Quizá ya seas una persona autorreferente o seas consciente de que puedes serlo
en cualquier momento. Yo hace años que teniéndolo claro todavía hay situaciones
en las que me despisto.
Antes de seguir me gustaría
decirte que tengas presente que lo que dejo aquí plasmado tan sólo va a ser mi
propia experiencia.
Recordarte que, desde ya, seas
autorreferente y, que de lo que voy a contar, te quedes con lo que te sirva y deseches
lo que no. Observa lo que te vibra, y si no vibra nada,
pues genial también. Tu camino es solo tuyo.
Tu camino es único y
nadie puede venir a decirte cuál es el tuyo, aunque muchos se empeñen
en ello con la mejor intención del mundo.
El mundo está lleno de personas
con buenas intenciones que intentan aleccionar al de al lado, en este caso la autorreferencia es una herramienta
idónea para no dejarse llevar.
En parte puedes llegar a sentir
que tu camino es igual que el de otros pero eso solamente serán pinceladas. Tu
viaje es único aunque puedas empatizar con los de otras personas.
Lo que sí siento es que este
camino individual nos llevará a un único destino y éste sí será común para
todos.
Conoces la famosa frase de
“todos los caminos llevan a Roma” ¿verdad? Pues eso. Y a modo de curiosidad
¿has probado a darle la vuelta a la palabra ROMA? Dale la vuelta y vuelve a
leer la frase ;-)
La autorreferencia es
personal, única y además puede cambiar y evolucionar. Esto no
significa que lo estés haciendo mal constantemente, esto significa que para
llegar donde estás ahora has tenido que pasar por donde has pasado, ni más ni
menos. Todo suma. Y suma más profundamente cuando eres el que lleva el timón
de tu vida. Esta autorreferencia ha de ser inherente a ser
responsable de tu vida.
Responsable no es
sinónimo de culpable. Sé que resulta obvio y que ha podido
quedar como una perogrullada pero cuidado con eso. Igual no es tu caso pero yo
en algunas situaciones me he pillado en esa confusión. No sé si te habías dado
cuenta pero (la mayoría) somos adictos a la
culpa, muchas veces sin ser consciente de ello.
¿Qué quiero decir con
ser autorreferente?
Creo que la definición de
autorreferencia a la que yo me refiero no aparece en el diccionario y aun es
más, podría parecer algo extraño porque cuando piensas en la palabra referencia
o hablas de referentes es probable que lo relaciones con alguien que te sirve
de ejemplo o bien se podría decir que te hace de guía, ¿verdad?
Autorreferencia
vendría a ser que tú seas tu propia guía. ¿Puedes hacerte una
idea de lo esencial que resulta seguir esa guía y no la que otros te marcan?
Ser autorreferente, seguir tu
guía interna, escuchar tu voz interior, seguir a tu corazón (no tiene nada que
ver con el corazón del amor romántico) exprésalo como quieras, los nombres
vienen a ser lo de menos.
Hablo de ese sentir
que eres parte de una fuente o ser superior que te “acompaña” y que te guía por
tu camino.
Quizás esto te suene muy
espiritual o muy trascendental, muy alejado del mundo físico y bueno en parte
es así. Para mí, no somos un cuerpo aunque éste nos sirva para recorrer esta
experiencia de vida, y de hecho gracias a él podemos experimentar cada una de
las vivencias necesarias para completar esta existencia.
No obstante, puedes
poner todo esto en práctica igualmente aunque no pienses de la misma manera que
yo.
Así que en resumen,
ser autorreferente es que hagas caso a esa guía interna que llevas dentro,
esa que viene de fábrica desde el primer momento en el que llegas a esta vida. Esa
que te guiaba de pequeño y que ha quedado en el olvido.
Es probable que si hace mucho
que no la tienes en cuenta se encuentre silenciada, o mejor dicho, que el
volumen sea muy bajo, pero simplemente es cuestión de aquietarse y mirar hacia
dentro para volver a re-conectar.
Digo re-conectar porque en mi sentir es imposible estar desconectada.
Sin esa parte nuestro propio cuerpo no podría vivir, sería algo inerte.
Cómo llegué a la
decisión de der autorreferente
«Antes de empezar
quiero que tengas claro que lo que te cuento aquí sólo son mis sensaciones,
expreso cómo sentía, percibía e interpretaba la vida en esos momentos. Sé
delicado en tus interpretaciones.»
No recuerdo la edad exacta pero
creo que aproximadamente a partir de los 11 años de edad
comencé a sentirme incomprendida, aislada, no valorada, no aceptada
(con los años descubriría que todo eso venía de mi interior y que no lo podía
buscar fuera pero eso entonces no lo sabía).
No lo vivía como algo malo
porque para mí era lo normal. Lo sentía así y punto. No
hacía drama de ello (es lo que tienen los niños) aunque a
veces lo pasaba mal, sí. Me ponía triste y furiosa también.
Esto no quitaba para
que también tuviera vivencias preciosas, enriquecedoras y a día
de hoy tenga un buen puñado de bonitos recuerdos.
No sé muy bien cómo expresarlo pero
podría decir que me costaba adaptarme. La vida me parecía muy
dura aunque pensara que no tenía motivo.
¿Qué quiero decir con no tener
motivo? Que no me faltaba de nada (estaba más que cubierta en comida, ropa,
educación, valores y mucho más) algo de lo que era muy consciente y por lo que
llegó un momento en el que no me permitiría quejarme porque sentía que no tenía
derecho.
Lo que sí me
faltaba era educación emocional, algo que no echaba de menos porque no la
conocía. A día de hoy, considero éste aspecto básico en la
crianza y la educación y la coloco a la par de las demás necesidades del
cuerpo.
Llegó un momento que
comencé a sentirme como un bicho raro. Y además muy culpable
por ello. No sabía cómo lo hacía y eso me frustraba. ¿Cómo
provocaba esa reacción en los demás? A veces, intentaba contentarlos con peores
resultados, si cabe.
Como veis la vida ya me iba
dando pistas. Me decía que hacer esfuerzos en contra de lo que me decía mi Ser
no era una buena opción. Ahora lo veo claro, entonces no.
Me iba quedando sola que es
donde me encontraba más a gusto.
«Esto no quiere decir
que creciera sola, tenía amig@s, un hermano genial y unos padres que me
inculcaron valores increíbles. Esto que te cuento es lo que vivía internamente
a la par de la rutina “normal” de vida. Seguramente pasaría bastante
desapercibido externamente, de hecho no creo que nadie se diera cuenta de nada
de esto.»
Muchas ideas y prácticas de
todas las índoles, que no voy a citar ahora, revoloteaban en mi cabeza para
mitigar ese sufrimiento.
Un día comencé a escribir y descubrí
que me hacía sentir mejor, que conseguía ver mi sufrimiento desde otra
perspectiva, me permitía liberarme e integrar lo que estaba
sintiendo.
Aprendí entonces a
abrazar el sufrimiento que sentía, a transformarlo. Escribir
me ayudó a ello. Ahí fue donde comenzó mi estrecha relación con
la escritura
a modo de terapia. Y utilicé ese sufrimiento como impulsador.
Siento que fui una niña con
mucha entereza para lo que interiormente sentía y revoloteaba por mi cabeza.
Pero enseguida confundiría muchos conceptos, fuerza, debilidad, valentía,
valía, cobardía, dedicación, límites, amor, etc. Era
ya muy de solucionar sola pero eso no quería decir que fuera autorreferente,
era bastante independiente, eso sí.
Pero estaba muy
enfocada en que el exterior me hacía sentir así (mal) y
no conseguía salir de ese bucle. Mi aprendizaje en esos años
fue que el mundo exterior era peligroso, no podía confiar en él y tampoco en
las personas, para mí el mundo exterior era mayormente hostilidad.
De alguna forma,
podría decir que sentía que la sociedad no
me permitía más que asomar la cabeza. No
conseguía encajar en ningún lugar. Tenía una personalidad muy marcada, algo que
fue muchas veces criticado y diseñé una fortificada coraza con la intención de
protegerme del mundo. (Solución temporal).
Por suerte,
tuve contacto con la naturaleza desde bebé, esto junto con la música y escribir
me ayudaban a conectar con el Ser y esto daba sentido a mi vida.
Y desde la distancia, no puedo
dejar de emocionarme, al imaginar a esa niña (que desde muy pequeña se creía
adulta) resolviendo, gestionando e integrando emociones y sensaciones por si
misma que le venían absolutamente grandes por no decir enormes, que no sabía ni
entendía porque todo lo que para nadie tenía importancia a ella le afectaba de
tal manera. Estar en soledad era mi bálsamo. Amo la soledad desde
la infancia.
Siempre he
vivido la soledad como algo positivo. En esos años sentía que lo
externo no me llegaba a la suela del zapato, en el sentido de que me hacía
gastar mucha energía para aportarme más bien poco, y fue cuando después de
hacer muchos intentos fallidos de integración (en los que en el fondo imagino
que buscaría aceptación) cayó en mis manos un libro en el que leí algo
que me marcaría para siempre.
La frase que se quedaría por
siempre en mi cabeza era algo así como que la única persona que estaría siempre a mi lado
en la vida era yo misma.
Y ¿sabes cuándo se enciende
la bombilla? Lo vi claro.
Mi vida a partir de ahí estuvo
enfocada en mi autoconocimiento porque sentía que era una persona complicada
(las comparaciones son odiosas, sí lo sé) no en el exterior sino en mi
interior, en mi cabeza, en mis pensamientos, era toda una
movida.
Comencé mi camino. Comencé a
decidir por mi cuenta haciendo caso a mi sentir.
En el exterior me adaptaba como
podía, a veces ni siquiera lo conseguía pero ya no me afectaba tanto. La
autorreferencia había llegado a mí.
¿En qué te puede
ayudar ser autorreferente?
Te puede ayudar a
sentirte mejor porque las decisiones son tuyas, porque así las
sientes y las llevas a cabo, porque eres responsable de tu vida.
Nada externo tiene
poder sobre ti a no ser que tú se lo des.
Te enumero algunos puntos
específicos en los que ser autorreferente puede ayudarte en la
vida:
1.- Ser más feliz
2.- Estar en coherencia
3.- Conocerte interiormente
4.- Escucha interna
5.- Observación de situaciones
conflictivas desde otra perspectiva
6.- Libertad
7.- Ligereza
8.- Valoración
9.- Autoestima
10.- Seguridad
Todo esto podría
resumirlo en vivir una vida más plena y consciente.
En definitiva sentirme más en paz.
Si es necesario
cambia de rumbo las veces que haga falta siguiendo lo que tu
Ser interno te diga.
No obstante, aunque la teoría
puede calar fuerte, la práctica es otra cosa.
Nada cambia en el exterior,
mucho cambia en tu interior y en consecuencia, a veces, cambian cosas en el
exterior. No siempre, tampoco importa porque aprendes a que eso no te afecte.
Sigo practicando…
¿Te gusta la idea de
ser autorreferente? ¿Ya lo eres? ¿Nos cuentas cómo ser autorreferente te ayuda
en la vida? Déjanos tus comentarios nos encantará leerte.
Ella es
Begoña Salinas, le encanta disfrutar de la vida, a veces, en soledad otras en
compañía. Escribir, escuchar música, leer y sentir la naturaleza son sus
bálsamos. Autora de dos webs (SER y Dieta Y Vida Saludable) en las que explora,
descubre y comparte sus experiencias sobre creatividad y crecimiento interior,
sus dos pasiones. Síguela en Facebook, Twitter, y Google+.
Tweet to @eliana_77veGuarden silencio, hay personas gritando por dentro.— Eliana Vasquez (@eliana_77ve) 5 de mayo de 2016
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