Mis lectoras se han apoderado de mi blog, cada vez son más las mujeres que han aceptado escribir en este humilde espacio de reflexión y aquellas que me han propuesto dejar plasmadas sus historias de vida también han tenido su protagonismo, y yo feliz, no solo porque están al otro lado leyendo, sino que se disponen a escribir sobre el crecimiento y cómo llegaron a ser las mujeres que son hoy, tal como lo muestra Yolanda, una lectora amiga y también bloguera que nos hace saber qué ruta tuvo que tomar hasta encontrar el camino para poder sanar, aquí les dejo sus reflexivas palabras.
Como seres humanos que somos nuestro propósito de vida es el desarrollo personal y la plenitud espiritual. Tenemos el derecho y el deber de ser personas felices.
Muchas veces, desde nuestro desconocimiento o por falta
de atención, al igual que por las prisas en las que nos vemos inmersos en
nuestro día a día, descuidamos alguna de las partes que componen nuestra
persona.
Las tres partes: cuerpo, mente y espíritu se complementan y se interrelacionan. En el momento que una de las partes queda desatendida y dejada en el olvido, aparece el malestar, el sufrimiento, el desequilibrio e incluso podemos llegar a enfermar. ¡Doy fe de ello!
Desde pequeñita, cada dos por tres enfermaba, con gripes,
fiebres altas, alergias diversas en la piel y un sinfín de dolencias que los
médicos no sabían encontrar una causa orgánica concreta o definida.
Pero el momento clave y decisivo para darme cuenta de
hasta qué punto están interconectados el cuerpo y la mente, fue cuando me dio
la primera crisis de ansiedad a los 19 años.
Cabe destacar, que mi primera crisis de ansiedad también
fue un momento decisivo y crucial en el cual empezaría mi andadura por el
camino hacia el crecimiento personal y mi propio autoconomiento; ambos de
vital importancia para llevar la vida que queremos llevar y no la que muchas
veces esperan de nosotros o que no corresponden con nuestra verdadera
esencia.
En todo este proceso, me di cuenta de las emociones que
no expresaba, de las emociones que iba guardando en mi mochila particular;
ahora entiendo que mi espalda y cuello sean uno de los puntos más sensibles de
mi cuerpo.
Me di cuenta que las emociones del miedo y abandono
habían estado muy presentes en mi vida; cuando empecé a responsabilizarme de
ellas y aceptarlas como algo de mi persona y sin sentirme culpable de ello, mi
ansiedad empezó a remitir, pero solo en parte, ya que aun tendría que
experimentar experiencias duras y traumáticas para conocerme mejor a mi misma y
poder dar lo mejor de mí.
Todo esto lo sé ahora, pero en aquel tiempo pensaba qué
"¡por qué tenía que pasar todo ese calvario de dolor y malestar
constantes!". Ahora entiendo que detrás de todo sufrimiento había una gran
bendición.
Tuve que caer en
un pozo muy negro para tener que decir NO a muchas cosas, situaciones o
personas que a mí me estaban dañando. Cosas y situaciones,
tales como una pareja que en los últimos años me di cuenta que no me convenía,
pero aguantaba por miedo a la soledad; un trabajo donde tuve que soportar por
años de acoso psicológico y mobbing por parte de
mis compañeros de trabajo.
Las crisis por entonces se hicieron más y más fuertes y
como consecuencia de ello caí en depresión. Tenía dos opciones, morir
literalmente porque cada dos por tres enfermaba y tenía que ser ingresada
varias veces, o coger el toro por los cuernos y decir NO a muchas cosas; tenía
que salvarme YO.
Dije no a una relación que no era para mí, dije no a un
trabajo que me dañaba psicológicamente hasta el punto de enfermar mi cuerpo, en
definitiva, empecé desde cero y sola.
Tras muchos años de búsqueda y tras muchos fracasos de ver
que no encontraba mi felicidad, se cruzó en mi camino una persona que me ayudó
-al igual que muchos otros libros, viajes personales, y diversas situaciones- a
conocer el porqué de todo lo que me estaba pasando, el por qué cuando vivía
situaciones que no me satisfacían, mi cuerpo sufría de tal modo, hasta tener
crisis de ansiedad y enfermar, literalmente hablando, sin encontrar una causa
física aparente.
No dejarán de resonar las palabras que ésta persona me
dijo: “Eres una PAS, una persona altamente sensible”; por entonces no entendí
nada, no sabía a qué se refería. Al leer el libro: El Don de la Sensibilidad de Elaine Aron, pude
entender muchas cosas de mi persona, me ayudó a aceptar muchas cosas que no
aceptaba y por ello, cada vez se repetían situaciones y sentimientos similares
en mi vida, porque lo que no se acepta no se puede mejorar ni cambiar.
Aceptando nos preparamos para un cambio en nuestra vida.
Fue decisivo tomarme el tiempo que necesitaba y no querer
estar a la altura de nadie, ni permitir que nadie me dijera lo que tenía o no
tenía que hacer, tomar
distancia emocional y física ante personas que comprobaba que, podían estar
perturbando mi paz interior.
Y es que, “lo que nuestra alma calla, nuestro cuerpo lo
grita”, en mi caso fue mediante somatizaciones en mi cuerpo físico, con crisis
de ansiedad, de pánico y depresión.
Nuestra alma puede callar y aguantar situaciones que no
nos hacen feliz, podemos engañarnos durante cierto tiempo, pero cada vez se
repetirán situaciones
cada vez más dolorosas con el único propósito de que despertarnos.
Por eso cuando nos decimos: ¿por qué siempre se me repite la misma historia? Porque esa
historia tiene mucho que decirnos y que enseñarnos. Nos está diciendo que
aprendamos de ese error, que cambiemos el rumbo de nuestra vida, que nuestro
destino está en otro camino. Y para que nos demos cuenta necesitamos muchas
veces que nuestro cuerpo nos grite: ¡Atiéndeme o no te dejo seguir! Para que lo
escuchemos.
Quisiera plantear unas preguntas que en su día de
conocerlas me habrían ayudado muchísimo, pero la vida es sabia, y si en su día
no las conocía es porque no era el momento. Ya lo decía Paulo Coelho
en unos de sus libros: "El maestro aparece cuando el alumno está
preparado".
Las preguntas
que me han ayudado a ser quien soy ahora mismo son sacadas de mentores que me
ayudaron, de libros diversos, y de diversos descubrimientos:
¿Quién soy?
¿Qué siento y por qué lo siento?
¿Qué intenta comunicarme mi cuerpo?
¿Qué quiero y qué me hace feliz?
¿Cuál es el camino que tengo que recorrer para conseguir
la vida que quiero?
Tuve que dar muchas vueltas y tropezarme muchas veces
para poder responderme estas
preguntas, pero me han servido para conocerme, saber qué quiero, y el camino lo
voy recorriendo pasito a pasito, disfrutando de cada movimiento, disfrutando
del recorrido sin obsesionarme con llegar a la meta.
Hoy me siento en paz, siendo un poquito más feliz
cada día y ayudando a los demás. ¡Me siento satisfecha y realizada! ¡Es mi
misión de vida hacer un poquito más felices a los demás!
Yolanda Mármol ha
trabajado desde los 23 años como Administrativa; pero hace unos años decidió
dar un vuelco a su vida de 180º y empezó con una búsqueda personal y de
verdadera pasión. Empezó a viajar, leer libros de superación personal y
autoayuda y empezó así su nueva aventura. Ahora escribe y comunica, motiva y
ayuda desde un enfoque integral a que, otras mujeres saquen su verdadero
potencial y a que, se sientan mejor por dentro y por fuera. Actualmente, está
escribiendo su primer libro y está en el mundo del marketing digital. Léela en
su Blog, síguela en Twitter y Facebook, y si te gustan los videos, síguela en
su canal de YouTube.
Están los que ríen para esconder el dolor y están los que ríen para sanar el alma.— Eliana Vasquez (@eliana_77ve) 3 de enero de 2016
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