Me encanta que mi blog se haya convertido en un lugar
donde las lectoras se puedan expresar, pero esta vez no solo es una lectora,
sino una persona que ha sido parte esencial de este blog, ya que la mayoría de las
fotos que ves aquí han sido tomadas por ella, Patricia de alguna forma se convirtió en
la fotógrafa oficial en este blog, así que su esencia creativa ya la habíamos visto
con antelación, ahora conozcámosla como escritora, además de conocer una
hermosa historia de amor y superación que no dejará indiferente a muchos,
porque alguno de nosotros hemos llegado a tener a este maestro en nuestras
familias; sin más que agregar, aquí les dejo sus hermosas palabras.
Durante mucho tiempo he tenido la convicción de que el
amor es la base de toda relación, que éste viene de la mano del apoyo y
acompañamiento de cada aspecto del crecimiento como persona, y que el amor que
se da sinceramente, es amor que satisface el alma, porque se da y regresa
multiplicado por mil.
Aunque siempre me he caracterizado por ser una persona
cariñosa y demostrativa de mis sentimientos, hace ya algunos meses me he topado
con un montón de circunstancias, que en su momento, las veía como dolorosas
porque no las comprendía, porque a veces uno cree que cuando las cosas nos
duelen son injustas, son negativas y son difíciles de reponer, pero cuando
sacas todo ese dolor y logras tener un poco de calma, es entonces que llega la
curación y el entender que todo sucede por algo, que no importa cuanto duela,
lo importante es la actitud ante ese dolor.
Mi padre, quien en mi niñez y adolescencia estuvo tan
ausente, quien se demostró desinteresado por mis logros, hace algunos meses fue
diagnosticado con cáncer, lo cual fue una noticia devastadora y preocupante
para toda la familia. No sabíamos qué decirle y cómo mostrarle apoyo, fue una
situación que nos sacudió la realidad, pero sobre todo, fue un despertar de conciencia para él y para todos.
Es muy difícil ver a tu papá llorando y padeciendo de
insomnio, cuando siempre has tenido la imagen de un padre que es “fuerte” con
sus opiniones y que se muestra “impermeable” a las emociones.
Esta situación aunque parecía dura, y no pareciera tener
un buen final; fue un proceso de aprendizaje en el cual aprendimos a ver la
vida desde otra perspectiva, muchos al igual que nosotros dirán “maldito
cáncer, no debería existir”. Si, es cierto, es muy doloroso ver a un familiar
tuyo viviendo lo que causa el cáncer, es difícil como familia no encontrar
palabras de ánimo para esta persona que lo padece, pero en mi caso, luego de entender
que la vida se equilibra, que todo es un continuo crecimiento y aprendizaje, doy gracias a Dios y a la vida por poner el
cáncer como maestro, porque fue un maestro para mí y para mi familia,
porque después de lamentarnos por la situación, luego, en un momento de calma,
pude darme cuenta que yo recuperé ese papá ausente y mi mamá a un esposo, y mi
padre se dio cuenta del valor de la familia.
Todos comprendimos algo, comprendimos que el tener la
muerte tan cerca no es en vano, que el amor sería el arma para salir airosos de
la situación, saber tomar una buena actitud y hacerle frente con toda la buena
energía.
Que hermoso encontrar a tu papá organizando una salida
familiar, preparando el almuerzo en compañía de tu mamá, recibir un abrazo
acompañado de un “Te amo hija” y poder compartir con él tus proyectos.
¿Que es la vida
cuando te da la oportunidad de amar a tu padre de otra forma?, ¿Cómo recibir
ese amor de un padre que siempre estuvo ausente?, ¿Cómo desde el papel de hija
logras entender que tu papá te ha amado siempre como quisiste que te amara?,
estas preguntas fueron parte de mi proceso de crecimiento al amor.
Maestro de vida,
enseñar a recibir y a dar amor, porque la grandeza del amor se evidencia en la
adversidad.
Es maravilloso como he crecido y he visto reconstruir mi
familia gracias a esta enfermedad, que libera a muchos de sus cuerpos, pero que
también, a muchos como a mi papá, los ayuda a aprender a valorar, a saber
demostrar el amor y las emociones, porque sé es más vulnerable cuando se tiene
la muerte de cara, es saber que todo lo que se construyó en vida, será la
satisfacción de desprenderse en algún momento en paz.
Hoy después de tener muchas personas que me ayudaron a
interpretar el dolor de otra forma, así como lo es Felipe Zapata, quien hoy
considero una excelente amistad, porque con toda su buena energía, su capacidad
de escucha y don de palabra, me dio luces para guiarme por lo que hoy es un
camino lleno de paz, un camino en el cual llevo de la mano a mi familia y
compañeros de vida, porque aunque no lo quiera la actitud frente a estas
situaciones, me ha acercado a las personas mas importantes, y he aprendido que
se pueden reconstruir las relaciones, siempre y cuando exista amor, ese amor
que incluye hasta esos aspectos que no parecen ser tan positivos.
Mi padre me enseñó que no todas las personas nos aman de
la misma forma, me enseñó que el amor merece libertad para expresarse y también
que no importa que tanto tiempo pase, siempre se puede reconstruir las
relaciones cuando hay amor.
Patricia Restrepo nació en noviembre de 1990 en Medellín-Colombia. Graduada del CESDE como Técnica en diseño grafico, realizó 3 niveles de fotografía en la Universidad de Antioquia, además de un curso de Artes plásticas y actualmente estudiando Asistencia administrativa en el SENA. Le encanta dibujar, estudiar, viajar, disfruta de estar sola y de las personas que logran sacarle una sonrisa con solo su presencia, es una mujer encantadora, cariñosa y amable, aparte de ser muy talentosa y creativa.
Estás donde tienes que estar, haciendo lo que tienes que hacer, sintiendo lo que tienes que sentir y queriendo a quien tienes que querer.— Eliana Vasquez (@eliana_77ve) 10 de marzo de 2016
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