Mientras avanza la edad la personalidad va
cambiando, pasan los años y las personas afianzan su estabilidad emocional, su
autocontrol, su amabilidad e incluso la apertura hacia nuevas experiencias, la
aventura no es una característica exclusiva de la juventud, un cambio de personalidad puede impulsarte
a vivir la vida de otra manera y desde otros lugares.
Es cierto que la personalidad se forja a partir de la imitación que hacemos de nuestros seres cercanos y el condicionamiento de nuestro entorno, claro que desde pequeñas tenemos marcadas nuestras preferencias y podemos ir definiendo nuestras prioridades, las cuales no serán las mismas en cada edad ni en cada época, lo que querías hace cinco años estoy más que segura que en nada se parece a lo que quieres ahora, es por ello que debemos tener mucho cuidado con lo que pedimos porque puede que llegue cuando ya no lo queramos o no lo necesitemos para nuestro aprendizaje personal.
Lo peor que podemos hacer es etiquetarnos con
un “yo soy así” porque de allí nadie
te saca, no te das la oportunidad por
ejemplo de ser más asertiva debido a que la etiqueta de sumisa te la adheriste a tu falsa
personalidad, si sabes que hay rasgos tuyos que te están saboteando y no te
permiten alcanzar el bienestar, tienes todas las posibilidades de cambiarlos si
te lo propones para mejorarlos, y aunque no te lo propongas y creas que así
serás hasta el último de tus días, lentamente irás cambiando así sea para
desmejorarte como persona o para hacer un cambio de prioridades.
Pensamientos reforzados con experiencias
repetitivas te estancan en una personalidad que no quieres, la sostienes por
mucho tiempo hasta que se vuelve parte de tu cuerpo, pero no te percatas que la
vida es un constante cambio, y que para bien o para mal tú no renuncias a ese
cambio, y por más que hayas sostenido una creencia a lo largo del tiempo, ésta
se irá disolviendo porque a diario ella tomará otra forma aunque no tengas la
capacidad de verlo en ti misma ni darte cuenta cómo los demás evolucionan o
involucionan al cambio.
Si tienes apertura mental y emocional te podrás
dar cuenta que a diario cambias con una noticia, un libro, una decisión, un
retraso, una discusión, un sentimiento, una desilusión, un desencanto, una
emoción, una despedida, un nuevo escenario, un ambiente diferente, un nuevo
look, un vestido distinto, un llanto, una mudanza, un examen, un diagnostico, un
viaje, un dolor, una alegría, una tristeza, un impulso o un silencio, todo es
propicio para que algo dentro de ti se mueva, si observas esos pequeños cambios
cotidianos, podrás ir dándote cuenta cómo poco a poco tu personalidad cambia también
y todo camino conduce hacia un nuevo molde.
Cuántas veces hemos escuchado un “yo solía ser así”, “a mi si me gustaba
hacer eso”, “yo tenía esa costumbre”, “esa era mi prioridad”, entre otras
tantas cosas que ya no forman parte del presente, es como si te escuchara
suspirar al leer estas líneas y observarte en la que ahora eres y en nada se
parece a la que antes fuiste, claro que todavía conservas aspectos muy tuyos
que son parte de tu esencia, pero sabes muy bien que esa inmadurez con la que
acostumbrabas a resolver los problemas tuviste que reemplazarla con nuevas
estrategias.
Esa que yo era, la que soñaba ser con lo que
ahora soy, mi yo de antes tan impulsiva e irreverente, esa que se quejaba por
todo y ahora se queja por pocas cosas, esa mujer alejada de sí misma y que no
tenía conciencia de lo poco o nada que se estaba amando, esa que veo desde este lado de la vida y con quien
ya no me identifico, tuve que ser así para poder ser como soy ahora, tuve que
pasar por ese proceso y con los años transformar una personalidad impregnada de
emociones no sanas a una personalidad más apaciguada y que aboga más por el
silencio y la esperanza.
Aunque vivas en la misma casa desde que
naciste, o aunque hayas pasado veinte años en el mismo trabajo, o aunque
vivistes en la misma playa cada verano, o siempre tomes sopa de pollo cada domingo,
y te hayas sentado a esperar a quien nunca vino, comprende que hasta tu
tristeza cambió de forma y hasta tu sonrisa se adornó de arrugas, tuviste que
ir a la peluquería a cambiar tu color de pelo, y las flores las cambiaste
porque se han marchitado, y te despediste de quien se ha ido y aprendiste hasta
vivir con el dolor ajeno, todo transformó tu personalidad y todo te condujo
hasta lo que ahora eres.
Con cada
acontecimiento importante haces un cambio de personalidad, lo más probable es que no te hayas
dado cuenta y que hasta ahora no hayas podido entender que en realidad ya no
eres la misma, puede que te extrañes a ti misma aunque no reconozcas tus cambios internos, pero están allí aunque
los niegues, y si estás en conciencia de ese cambalache interno solo me queda
preguntarte ¿cambiaste para bien o
cambiaste para mal?
A nada regreso, a nada vuelvo, nadie me espera donde ya no estoy.
— Eliana Vasquez (@eliana_77ve) julio 5, 2015
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