Muchas de nosotras tuvimos que ser madres
primero antes de asumir una madurez emocional y obtener un sentido más profundo
de la vida. Instintivamente amamantamos, cuidamos, protegemos y hasta criamos
con una gran cantidad de falencias en nuestro interior, y sin saber que veíamos
crecer a nuestros hijos sin crecer nosotras primero por dentro.
Pero ocurre que nuestro pequeño ya no es tan
pequeño y comienza a entender -para nuestro asombro- la vida y sus
complejidades, y eso te incluye, ya no te idealiza y ahora te ve desde la
mirada del entendimiento y sabe que eres un ser humano que también posee
defectos, hay cosas que te irritan de ese ser que adoras más que a nadie y que
te hacen ver cosas tuyas desde su proyección y comportamiento, y se las
criticas, sin darte cuenta que tú también las tienes.
Qué maravilloso es darle herramientas
emocionales a nuestros hijos desde que son pequeños, qué genial es hacerlos
fuertes desde sus debilidades y tristezas y permitirse llorar ante ellos y
escucharlos cuando están molestos. Qué grandiosa se vuelve la vida cuando tu
hijo se siente amado más allá de la comodidad y el confort que puedas brindarle,
más allá de tus palabras y gestos, más allá de sus emociones y entendimiento.
Tu hijo está creciendo y sus emociones también lo
van haciendo, hay cosas que no podrás seguir ocultándole por más que las hayas
escondido por tanto tiempo, tus heridas se irán notando y todo lo que has
callado se terminará escapando en expresiones y silencios; o tal vez recalcaste
tanto tu sufrimiento, que sin darse cuenta tu hijo lo fue asumiendo, y así va
caminando por la vida con heridas propias y heredando las tuyas como un
sentimiento ajeno que fue inculcado mientras fue creciendo.
Qué sensato sería mostrarte tal como eres y
decirle: “hijo esto es lo que soy, esto es lo que traigo, pero lo estoy sanando
y depurando sin dejar de ser tu madre, aparte de amarte y cuidarte, también
seré una mujer herida que cada día está trabajando en sí misma para que no afecte
en nuestra relación aquello que me duele”.
Qué hermoso es ver que esa mujer inquebrantable
también se quiebra, también cede, también se vulnera y a partir de allí se
fortalece. Qué regalo tan grande será ver a tu hijo como un adulto emocionalmente
sano con la capacidad de decir: “mi madre no es perfecta, pero ha sido perfecta
para mi crecimiento, he aprendido mucho de ella, pero también he tenido que
desaprender, sé de donde vienen sus heridas y trabajo en no tomarlas como mías,
su amor me hizo ser lo que soy y sus emociones sanas me arroparon en todo
momento”.
La relación con los hijos, así como la de
pareja, son relaciones fuertes y completas que muestran lo mejor y lo peor de
nosotras, pero particularmente los hijos son los perfectos espejos de aquellas
emociones que aún no sanas, así que cuando te las muestran las llegas a
entender como tuyas, pero se las sigues reprochando como si le pertenecieran,
es por ello que sanarte como mujer te hará ver dónde has ido tirando tu basura
emocional, y allí podrás darte cuenta que lamentablemente los hijos son el
cesto más cercano que encontramos para depositarla.
Nuestro amor desbordado también nos hace
desbordar nuestras heridas sobre ellos, aunque no nos estemos dando cuenta,
pero si nos percatamos de esto a tiempo, no nos veremos en la desagradable
necesidad de ver personificadas nuestras heridas aún abiertas justo en los
seres que más amamos.
La comunicación es la única vía y la presencia
emocional es el único sendero, dile a tu hijo que eres una mujer recuperándose a
sí misma y que trabajas cada día en ser la mejor versión de lo que alguna vez fuiste,
que antes de su llegada hubo sufrimientos o que durante su infancia no tuviste
muchos momentos buenos, pero que la maternidad es el mejor rol que has asumido,
que muchas veces fuiste una mujer débil jugando a ser fuerte, y que ahora lo
estás mejorando, y que tu dolor no le corresponde, y que llorar es hacer
limpieza (por si te ve llorando), y que aparte de ser madre, también eres una
mujer que se está sanando.
A veces el amor no es suficiente ni lo sostiene todo.
— Eliana Vasquez (@eliana_77ve) junio 16, 2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario