Es
la primera vez que este blog tiene entre sus letras una mirada
masculina, precisamente por ello es que me encantan los posts invitados,
porque nos dan otro aire y otros puntos de vista, y esta lectura en
particular está llena de lo poético que tanto me gusta, mi amigo Jorge es una persona muy especial para mí y es por ello que le extendí esta invitación a escribir y él gustosamente accedió, así que no
espero más y comienzo abriendo comillas y dejándoles a continuación sus hermosas palabras.
La mitología, la ciencia y hasta la religión forman coalición en una sola
idea: los seres humanos; realmente en la vida somos trozos de textos que
componen una fracción del tiempo, la palabra leída es como la vida perdida,
hace parte del pasado, algunos de nuestros textos son escritos en tercera
persona, es ahí cuando amamos, otros en aventura, es ahí cuando vivimos, la
mayoría en incógnita, es la parte en la que aprendemos, textos que señalan el
pasado y algunos suponen el futuro, pero si leemos el presente, somos la acumulación
de palabras mal escritas, tachones y borrones.
Cuando somos el endoso de alguien dejamos nuestro texto para establecernos
como fragmentos o letras de un escrito que recién empezamos a leer, unos más
interesantes que otros, como cualquier lectura que en su proceso va dejando
algo, un resultado, amigos, familia, parejas, odios, diferencias, placeres,
negocios y traiciones; cada uno cargado de motivos para seguir escribiendo.
Es importante que, para saber leer nuestra vida, aprendamos a escribirla y
así componer un escrito de amores, lujurias, mentiras y verdades no comprobadas
que es lo que al final somos, un manuscrito muchas veces a la ligera, sin
pausas, sin terminaciones definitivas, y otras veces sin darnos cuenta hemos
dejado nuestra vida divagando en puntos suspensivos... Recordamos con signos de
admiración los azares que recalca nuestro destino que han sido motivos de
evolución y significan mejorar nuestra letra, vivir más pulido y entendible, no
a la carrera, no sin comas, no sin argumentos porque llega el momento en el que
nos convertimos en una pausa continua, ya no somos apresurados, y sin darnos
cuenta, ya no somos niños, hemos crecido y es el primer capítulo terminado, el
primero de muchos que son un punto y aparte, hoy los llamados ciclos cerrados,
capítulos superados, sigue otra historia, otro desafío, que viene, que llega,
que escribo, nuestra vida se vuelve apasionante igual que ese libro, el que
siempre llevamos en la mochila y con miedo sabemos que existe un punto
final.
El objetivo siempre es el mismo, que los seres humanos podamos encontrar
esa esencia con la que nacemos y en la medida en la que pasa el tiempo escasea,
la perdemos o tenemos temor a amar, así que en el preciso instante en el que
puedas decir y escribir la palabra amor, sin temores o prevenciones aunque sí
con ilusión, con plena confianza, en ese justo instante en el que podamos
escribirla en nuestra vida, es porque en realidad hemos encontrado nuestro
verdadero lugar en el mundo, tenemos plenitud de vivir, es el momento, es el
espacio y el lugar al que siempre hemos pertenecido y donde debíamos
llegar.
Nacemos con un propósito de vida, ese que siempre escuchamos cuando alguien
está en su lecho a punto de cerrar el libro al "cumplir su propósito"
y nunca sabemos cuál es, en realidad es un propósito con nosotros mismos,
encontrarnos, descubrir quienes en realidad somos y en el que no
interfiere nadie más que nuestro arraigo, los demonios aceptados y los placeres
vividos, todos son un cúmulo de quien soy, hacen parte de mi, mi evolución y en
quien me he convertido, es ahí donde llega la verdadera batalla que debemos
afrontar en las últimas líneas, las más difíciles, las que deben ser simples y
poderosas, debemos ser el equilibrio único, el empalme del ser, de la mente y
el espíritu que paradójicamente se elabora en el último instante concluyendo lo
que aprendimos en la vida, lo que aceptamos y trajimos con nosotros y lo que no
quisimos y dejamos en el olvido. El único refugio, el único resguardo que
encontramos está en amar y agradecer, cuando amas lo que tienes, lo que vives y
agradeces lo que se te ha negado, encuentras el objetivo que necesitamos para
trascender y dejar de escribir.
En la vida nuestro papel es claro y definitivo, no hay otro más que el de
leer y escribir, leemos a quienes amamos y con quienes compartimos, escribimos
lo que somos y lo que vivimos, y aunque somos el papel protagónico de la
historia, como en todo escrito el protagonista sufre y lo hace muchas veces por
escritos de otros, más que por el propio, nuestro dolor la mayoría de las veces
se representa en las líneas de un libro diferente pero no sólo es dolor también
existe el miedo y en la misma medida, o quizás un poco más, lo compartimos de
otras lecturas, porqué siempre pensamos más cuando otros dejen de escribir y no
cuando nosotros dejemos de hacerlo, debemos pensar que los escritos no se
borran, los libros no se callan, si sabemos escribir nuestra vida, si sabemos
disfrutarla, si aprendemos a aceptarla, siempre seremos la lectura de quién,
aunque ya no escribamos, seguirá recorriendo nuestras líneas.
Quiero ser mi mejor libro, mi mejor escrito y que seas tú mi confidente y
mi más fiel lector.
Jorge Osorio. Comunicador y apasionado por los medios audiovisuales y la fotografía. Síguelo en @jorgeosoriom
La vida es un viaje, algunos llevan orgullo, otros llevan confianza, unos se visten de culpa, a otros con el agradecimiento les basta.
— Eliana Vasquez (@eliana_77ve) agosto 31, 2014
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