Para que una
empresa crezca y dé los mejores resultados, debe procurar que sus empleados
permanezcan el tiempo justo cumpliendo sus labores, pero si las instituciones
siguen aplaudiendo a los que se quedan en largas jornadas laborales hasta que
los ojos irritados del cansancio no den más por las tantas horas frente al
computador, y desalienten a los que cumplan un horario, a la larga tendrán
dentro de su nómina gente frustrada o enfermos que piden reposos para alejarse
de sus puestos de trabajo porque el cuerpo les exige descansar.
Si en una
compañía uno de los empleados es excesivamente trabajador y pretende que su
grupo de trabajo también lo sea, es preciso evaluar, de hecho intervenir a esta
persona para revisar de manera terapéutica lo que ocurre con su vida, puede que
ese interés excesivo por producir sea solo una escapatoria de su propia
realidad y las cuatro paredes de una oficina se conviertan en el lugar donde
huye de su propia vida.
Pero
lamentablemente las empresas son exitosas gracias a este tipo de personas que
le son muy convenientes para su productividad, esos que se abandonan a sí
mismos para darlo todo son los que se necesitan, pero los que sabemos vivir la
vida y damos la cuota diaria de efectividad, no es justamente lo que una
organización requiera.
No es posible
que para ser exitosas en el ámbito laboral las personas deban sacrificar el
compartir con sus hijos o dejar de lado sus hobbies solo para responder a
requerimientos que muchas veces hasta escapan de sus manos, si las
instituciones crecen también debe crecer el bienestar, la garantía de una
estabilidad muchas veces se ve perturbada de presiones que le terminan quitando
la paz a cualquier trabajador, que aparte de ofrecer un servicio y un talento,
también debe dejar su salud y sosiego detrás de un escritorio.
Puede que
justo ahora te esté tocando lidiar con alguien que escapa de su vida y refugia
las penas en el trabajo, tal vez esta persona pretende que tú hagas lo mismo,
esos que saben a qué hora se entra pero no saben a qué hora se sale, porque
definitivamente no tienen un interés en su propia vida y mucho menos la tendrán
con la tuya, son de los que provoca salir corriendo, este tipo de personas
odian los fines de semana, los días de descanso y ni hablar de las vacaciones,
cuando tienen que ir a encarar su vida hacen todo lo posible para que no
ocurra, aunque eso implique arrastrarte en su delirio.
Hace poco leí
un artículo muy interesante que tiene por título “La gente renuncia a su jefe,
no a la compañía”, el cual me pareció muy certero y apropiado, ya que uno puede
tener un sentido de pertenencia institucional muy enmarcado, pero si no te
quedas hasta la noche o no vienes los domingos a trabajar, entonces tu
compromiso se ve cuestionado y mal divulgado porque tu tendencia y respuesta se
ven limitadas a un horario laboral.
Cuando las
empresas se disponen a crecer, deben colocar en sus proyecciones el asegurar la
calidad de vida de cada uno de sus empleados, y eso implica educar a líderes
que estimulen y no a jefes que desalienten, uno puede estar en el mejor lugar
del mundo trabajando, rodeado de cientos de personas maravillosas, teniendo los
mejores beneficios, creciendo, aprendiendo, pero con el solo hecho de que tu
cotidianidad laboral se vea afectada por una sola persona a la que el exceso
laboral le parezca algo normal, y busques ayuda, pero terminan aplaudiendo a
quien se desborda en el exceso, eso te coloca en el bando de los que dan poco
porque te comparan con los que supuestamente dan mucho.
Desde
recursos humanos se deberían tener identificados a los adictos al trabajo e
incluso sacar provecho de ellos, pero no comparar al resto del personal con
este tipo de empleados que finalmente no es que estén trabajando duro, sino
durando en el trabajo, porque muchos comienzan su jornada laboral justo cuando
los demás se están yendo, hay quienes tienen un horario invertido y les parece
mejor ocuparse cuando ya no hay nadie en la oficina y no por ello sean más
productivos que aquellos que llevaron a cabo su trabajo dentro de una jornada
de tiempo normal.
Si eres de
los que te quedas en el trabajo para huirle a tu propia vida, detente un
momento y diferencia el amor por lo que haces y el desamor que le tienes a tu
existencia, si tú no quieres llegar a casa, entiende que hay otros que sí
quieren hacerlo, si detestas los fines de semana porque no tienes con quien
compartirlos, comprende que a tu alrededor hay padres, hermanos, hijos,
esposos, novios y amigos que esperan con ansias disfrutar con sus seres queridos,
busca ayuda y comprende que trabajar duro no es quedarte hasta la noche en el
trabajo.
Tener recuerdos emocionantes es tan importante como tener proyectos interesantes.— Eliana Vasquez (@eliana_77ve) 1 de junio de 2015
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