En algún momento de tu vida te has preguntado:
¿Cuál es el poder más maravilloso que posee el ser humano?
¿Te asombrarías si te dijera que ese poder es tan simple como pensar?
Maravíllate entonces, pues todo lo que rige la vida
humana tiene su origen en la mente, allí se gestan, desarrollan y se reproducen
a granel nuestros pensamientos, aquellos que nos permiten encontrarnos en esa
multiplicidad de oportunidades que da el diario vivir.
Hablar de los pensamientos causa extrañeza, estupor,
temor e incluso intriga; es poco el conocimiento que tenemos de ellos, de los
procesos que se generan en la mente, de las circunstancias consecuentes a
estos, es decir, de todo aquello que trae consigo un pensamiento ya sea
positivo o no tan positivo; desconocemos incluso que los autores responsables
de nuestro destino sean ellos, para ventura o desventura de nuestra existencia
humana.
El ser humano en su trasegar cotidiano conoce más fácilmente cómo piensa, siente y actúa aquel que está a su lado, a la que le da la vida, alimenta y educa, a todos aquellos que forman parte de su desarrollo y educación, que a sus propios pensamientos, a esos sostenidos y recurrentes que rigen a diario su acontecer, aquellos, que desde que nace, han sido grabados en su mente sin discriminación, sin cordura ni respeto; información que domina inconscientemente y rige su comportamiento, estructura su identidad, lo domina y domestica, para que sin darse cuenta, lo perpetúe inconscientemente por los siglos de los siglos.
El ser humano en su trasegar cotidiano conoce más fácilmente cómo piensa, siente y actúa aquel que está a su lado, a la que le da la vida, alimenta y educa, a todos aquellos que forman parte de su desarrollo y educación, que a sus propios pensamientos, a esos sostenidos y recurrentes que rigen a diario su acontecer, aquellos, que desde que nace, han sido grabados en su mente sin discriminación, sin cordura ni respeto; información que domina inconscientemente y rige su comportamiento, estructura su identidad, lo domina y domestica, para que sin darse cuenta, lo perpetúe inconscientemente por los siglos de los siglos.
Estudios sobre este tema documentan que se heredan
ciertos patrones genéticos de aquellos que han creado los ancestros; el ser
humano piensa porque está condicionado a ello, porque su biología está
dispuesta para memorizar estados duales de amor, desamor, de culpabilidad,
sufrimiento, y aún hoy, siglo XXI, con toda su ciencia, investigaciones y
descubrimientos, poca consciencia toma de su mente, de sus pensamientos,
sentimientos, emociones, de la forma cómo lo han marcado, de las consecuencias
que trae consigo cada pensamiento y de lo que está pasando día a día con su
existencia.
La
física cuántica dice que hay infinitas potencialidades en este campo
cuántico; existe allí, innumerables experiencias que están a la espera como una
posibilidad para cada persona, que es la que crea realidades permanentemente
con sus pensamientos y sentimientos; invita a cambiar la mente, los
pensamientos y los sentimientos, porque se cambia también la realidad humana,
la que se ha memorizado y repetido igual, a cada instante.
“Si tenemos los mismos pensamientos, seguiremos
obteniendo lo mismo que hasta ahora hemos obtenido” reza un dicho ancestral y
muy popular en nuestra cultura; hay que hacer altos y volver la hoja de la
mente, con la misma rapidez del
pensamiento que, como nos dicen los físicos, viaja a una velocidad imposible de
calcular en el tiempo y con una sutileza tal, como la del éter, que es el medio
en que se mueve la electricidad.
La mente es como un emisor de ondas; un pensamiento de
paz, equilibrio, armonía y vibraciones positivas, llega a todo el mundo como
pensamientos de paz y armonía. Estos pensamientos se propagan en todas las
direcciones con la velocidad del relámpago, penetran en las mentes de otras
personas produciendo en ellas pensamientos similares de paz y armonía; por el
contrario, un pensamiento de celos, deseos de venganza y odio, penetran de
igual manera en las mentes de miles de seres y provocan pensamientos similares
de odio y discordia.
Los pensamientos sostenidos y recurrentes de dolor,
tristeza o ira, generan sufrimiento y aún más cuando se rumian permanentemente,
cuando nos inquietamos con nuestras molestias; cuando le damos vuelta en la
cabeza a las tristezas de ayer y a las posibles del mañana, en lugar de
explorar y experimentar directamente los momentos agradables y difíciles de hoy
conforme van apareciendo; aumentamos un manto innecesario de pensamiento y
resistencia a la vida, y esto es lo que genera sufrimiento.
Los pensamientos están en ti y tú los acoges, no
son tú, ni son el escenario de tu vida; son sólo insinuaciones, sucesos,
rumores, publicación, reflexiones, voces, imágenes, recuerdos o proyecciones
futuras, son solo estrellas en el inmenso firmamento que eres tú; por eso, no
desees apaciguarlos, enmudecerlos o pararlos, no trates de deshacerte de ellos,
ni controlarlos; solo intenta conocerlos y ser el lugar para ellos, aún si son
miles por minuto; ellos, son el insumo apropiado para tu trabajo interior: el
autoconocimiento.
Acuérdate a cada instante cuando notes tus
pensamientos, que ellos son mensajes que se transmiten sin hilos, son poderes
tremendos que pueden curar, transformar y producir maravillas en el acto, si te
haces plenamente consciente y reflexivo de sus movimientos, no te verás
atrapado en ellos, pues ellos, no te definen, recuerda, ellos no son tú, a
menos que así lo desees y los acojas como guías, como faros de tu propia
existencia.
Solo tú los contienes, solo tú los albergas, solo tú
los conviertes en infinitas oportunidades y potencialidades en este campo cuántico; para hallar a
esa persona, que desde el infinito y desde siempre, estabas esperando
encontrar: tú.
Unas veces se gana y otras veces se aprende, pero nunca se pierde.
— Eliana Vasquez (@eliana_77ve) marzo 27, 2015
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