Ya muy cerca de pisar una
nueva década puedo decir que ahora me encuentro en otro lado de la vida, desde
aquí, el mundo ya tiene otra perspectiva, mis mejores años son precisamente
estos, donde la juventud aún me acompaña y la madurez ya se arrima, donde la
experiencia adquirida ha marcado mis emociones y las prioridades ya señalan
otros rumbos, nuevos caminos que marcó la enseñanza dejando atrás rutas bien
recorridas.
En este lado de la vida
es justo donde quiero estar, ya tengo claro a lo que no quiero darle
continuidad, ya no me asocio con la inconformidad, la motivación y el
entusiasmo son los que me van mostrando la etapa más productiva y significativa
de mi vida.
Emprender la adultez con equilibrio es uno de los grandes retos que asumimos cuando la edad nos alcanza, así que me he propuesto avanzar a pasos agigantados, pero con la lentitud de quien vive plenamente. Ir adentro y soltar el drama, el pasado, la ansiedad, la inseguridad, la angustia, la impaciencia, la intolerancia, la desconfianza, la impulsividad, la baja autoestima, la excesiva emocionalidad, son tareas que me han hecho llegar a este lado de la vida. Me estoy quitando los grilletes de la culpa y las cadenas de víctima, entiendo por completo que el mundo es un lugar amable, pero mis miedos no me dejaban verlo.
Que maravilloso aire se
respira de este lado de la vida, ya no busco llenar vacíos con quien vació
también se encuentra, ya no espero que me aprueben porque me he aceptado con
todo lo que mi cuerpo trae, con todo lo que mis defectos le equilibran a mis
virtudes, ya no intento vanamente agradar a quien no le caigo en gracia, ya no
busco desesperadamente ser la mejor para quien me subestima, ya no me visto de
mentiras para que crean mi verdad, ya no me avergüenzo de ser vulnerable,
humana y sensitiva.
Que grandiosa apertura
mental la que me ha brindado la vida, es justo aquí donde anhelaba hace tiempo
llegar, puede que algún día ya no sea la de la foto, puede que mi piel menos
tersa denote otro tipo de belleza, pero terminaré siendo la de la sonrisa
amplia y el alma limpia, y puede que para ese entonces sea allí justo donde
quiera estar.
Siempre me gustó
escribir, pero nunca llegué a imaginar que se convertiría en la ventana donde
mi alma se asomara para contemplar la vida. Esta vocación de escritura
reflexiva de vez en cuando pienso que llegó a mí tardía. ¿Y si hubiese
comenzado hace mucho más tiempo con el blog? ¿Y si mientras leía sobre
sabiduría emocional al mismo tiempo lo hubiese puesto en práctica? ¿Y si
hubiese dejado de lado la queja para convertir lo que no me gustaba en un
sentimiento productivo? ¿Y si...? Hay edades en las que no puedes ver
claramente para qué sirve lo que te está ocurriendo, siempre es más fácil
apuntar hacia la injusticia de la vida que buscarle el sentido espiritual a lo
que nos está pasando, y reitero, la espiritualidad no son golpes de pecho
acompañados de letanías, es un despertar de conciencia, es dejar atrás la
agonía.
Ya no necesito regresar a
la vida de donde vengo, ni para revivir tiempos buenos ni para mejorar lo
sufrido, es en este lado de la vida donde quiero seguir creciendo, es en este
punto al que he llegado donde quiero permanecer, sé que hay mucho más por
aprender, pero es la vista que tengo ahora la que me permite avanzar sin
quedarme atascada en lo que pudo haber sido, porque justo lo que no sucedió fue
lo que me permitió llegar hasta aquí, ya no hay supuestos, ya no hay contención
de emociones, ya no postergo mi bienestar.
Cuando vienen a mí esos
destellos lumínicos que me hacen ver dónde me quedé tanto tiempo, dónde estuve
ofensiva y defensivamente protegiendo mis sufrimientos, dónde he dejado todo inconcluso
huyendo siempre de mi misma, y al hacerme consciente de ello, puedo ir de a
poco despojándome de todo lo que no quiero sostener en este lado de la vida. Y como
mi vida la quiero vivir viajando, ya la culpa no la meto en el equipaje, me he
dado cuenta que es un lastre sucio y desgastado que he llevado por años y que
me agota en el camino. Tampoco empaco las heridas, esas que iban conmigo a
todas partes como batallas cotidianas, algunas ni siquiera eran mías, pero inevitablemente
terminamos cargando dolores que no son nuestros.
¿Saben cómo llegué a este lado de la vida? Cuando decidí abrirme ante un mundo que necesitaba leer en alguna parte
que las heridas también se diluyen, pero no esquivándolas, sino enfrentándolas,
llorándolas, haciéndolas propias y devolviéndoselas a la vida. Realmente no le
escribo a nadie, me escribo a mí misma, sabiendo que puedo ser un espejo (borroso
o nítido) de cualquiera que quiera cruzar al otro lado de la vida. Siempre me
gustaron los libros de auto ayuda, pero nunca me atreví a comprarme uno, los títulos
me llamaban tanto la atención; ahora tengo una colección de libros hermosos,
cuyos párrafos remarco con distintos colores, para buscarlos cuando lo requiera
y saborear con ellos lo que significa estar en este lado de la vida.
Lo bueno de escribir es que alguien en algún lugar se está leyendo en tus letras.
— Eliana Vasquez (@eliana_77ve) diciembre 9, 2014
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