Inconscientemente
justificamos el desamor propio tomando como punto de partida el abandono de
otro, pero si nos diéramos cuenta de que en realidad nadie nos ha abandonado,
han sido nuestras expectativas sobrevaloradas quienes han puesto afuera la
esperanza, interpretando erradamente que si nos abandonaron es porque no
valemos, convirtiéndose entonces esta en nuestra verdad más intrínseca donde
interpretamos al mundo como un lugar de abandono, estableciendo esa premisa en
nuestras relaciones importantes, tanto las que se fueron, las que están y las
venideras.
Todos tenemos la
herida del abandono, todos, sólo que
algunos saben cómo restituirla, pero a los que nos toca trabajar el abandono
como aprendizaje de vida, es importante que lo detectemos para que no cree en
nosotros una incompatibilidad, es decir, esas veces en las que sentimos que no
cabemos del todo en ninguna parte, cuando creemos que quien nos ignora nos hace
pagar alguna culpa de abandono constante.
Es importante
entender que no existe el abandono de forma unilateral, nos volvemos víctimas y
somos perpetradores del abandono, podemos sentir que alguien permanentemente
nos vive abandonando, tal vez desde una indiferencia o desde una exclusión se
va creando una sensación de abandono que marca fuertemente la relación. En
pareja esto es muy común, pueden haber dos núcleos de abandonadores, un causante y un sacrificado (roles que se pueden turnar) donde ambos están buscando cómo
abandonarse mutuamente porque es el vínculo de amor que conocen, es una
dinámica muy perversa pero muy humana, y hay que entenderla y verla para poder
salir de ella lo más pronto posible.
Si nos volvemos
perceptivos de nuestra capacidad de abandonar es porque nos hemos vuelto
conscientes de nuestra herida de abandono, de esa sensación de que la gente nos
abandona constantemente, desde aquella vez en la que nuestros padres olvidaron
buscarnos en el colegio, hasta esas profundas y anónimas tristezas que van
creando el abandono propio. Es pertinente hacer el siguiente cuestionamiento: ¿qué hace una persona que siente que
permanentemente la abandonan? Pues no se entrega en las relaciones y las
hace superficiales, y con esta actitud cree garantizar el espacio donde no será
nunca abandonado.
Es parte del
victimasgo el sentirse inadecuado, y el solo hecho de tener sentimientos importantes
por alguien ya nos pone en riesgo, y el que lleva la sensación de abandono a
cuesta deja la puerta de atrás abierta para salirse cuando pueda y de alguna
forma prevenir el abandono, pero con ese comportamiento de poca entrega y
compromiso ya se está haciendo del abandono un acto seguro.
Las heridas cuando
no las vemos con la capacidad de trabajarlas se imponen, el abandono es una
herida que corroe, que le heredamos a nuestros hijos, que le cobramos a
nuestros padres, que le transferimos a nuestra pareja, que le otorgamos a
nuestros amigos, que le hacemos ver a nuestros jefes, que la empacamos para
convertirnos en olvido.
Este fin de semana
tuve la suerte de participar en un retiro espiritual, donde nos hablaron del
conflicto y aquellas ofensas donde se esconde el abandono para protegerse, el
abandono y su desidia usan mascaras de culpa, de venganza, de pretextos, de
insultos, de burlas, de amenaza; así que el abandonado se prepara para luego él
abandonar, y se convierte esto en una cadena interminable, nos cuesta ser
simpáticos y empáticos, solo enfocados en el que alguien nos dejó y lo más
probable es que nos vuelva a pasar con quien venga o con quien esté porque así
programamos desde adentro la persona que debemos atraer.
La buena noticia es
que nadie nos ha dejado, pusimos en manos de otro nuestra felicidad, esa otra
persona no sabía cómo hacerse feliz a sí mismo(a), así que no soportaba la
responsabilidad de cargar con el compromiso de una felicidad ajena, le exigimos
a otro que lleve nuestras carencias, que armonice nuestro desorden, que llene
nuestro vacío, que comprenda nuestra infancia sin haber estado en ella, cuando
ese alguien no sabe ni qué hacer con su propia historia de vida.
Tal vez su padre no
lo abandonó físicamente, pero emocionalmente nunca estuvo allí, y ese es el
concepto de amor que trae y lleva a sus relaciones, eso es lo que comprende del
afecto, y por ende, es lo que está dispuesto a dar porque no hay manera de ser
dadivoso con lo que no se tiene. Ya basta de hacer del abandono un concepto de
vida, ya es suficiente, hasta aquí seguimos perpetuando esa herida, los que se
fueron es porque tenían otra misión de vida, y si se hubiesen quedado,
emocionalmente ya se habrían ido y nos estarían haciendo sentir un desprecio
cotidiano, más doloroso, menos compasivo.
Todos somos
circunstanciales, las personas de nuestra vida han llegado para aprender de
nosotros y enseñarnos, y si se tienen que ir, no interpongamos su camino, no hemos firmado
con nadie un contrato de permanencia, es el amor el que nos ha hecho quedarnos,
y a veces es el mismo amor el que nos dice que debemos irnos.
El abandono es un
tema que no es fácil de digerir, con el solo hecho de que alguien se haya ido,
parece una excusa perfecta para colocarnos en desventaja, como si esa persona
se hubiese llevado nuestra felicidad, cuando en realidad nunca la hemos tenido,
el primer abandono fue el del vientre materno, y el segundo y único abandono ha
sido el propio, nos hemos dejado en el olvido, no nos hemos tenido porque
pusimos afuera una felicidad que nadie es capaz de sostener, cuando entendamos
nuestro más profundo abandono sabremos decir gracias, gracias a los que han
estado, gracias a los que se han ido.
Nadie nos abandona, es que le damos a otros el peso de nuestra felicidad, y cuando se va, nos damos cuenta que el abandono ha sido propio.
— Eliana Vasquez (@eliana_77ve) marzo 6, 2014
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